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Actualizado: 29 de julio de 2025


Cuando tornaban á casa al caer de la tarde, con los cabellos en desorden y las mejillas atezadas, involuntariamente fijaban la vista en el escudo de la fachada. Los leones de piedra parecían mirarlas tristemente con sus órbitas inmóviles. Un pensamiento de indefinible y vaga melancolía rozaba suavemente las cándidas frentes de las señoritas de Estrada. Esto duraba un instante.

Es verdaderamente buena, añadió con la satisfacción del que se complace en su obra moral, mientras sus buenos ojos se fijaban en con una indulgencia enteramente paternal. , lo concedo, no es mala dijo la abuela halagada en su amor maternal. Pero esa personalidad... ese modo de bastarse a misma... Ya , ya replicó el cura confuso. Verdaderamente, no había previsto ese peligro.

Y los públicos, impresionados por estas noticias, fijaban sus ojos en el torero apenas salía a la plaza, con una predisposición a encontrar malo todo cuanto hiciese, así como antes le aplaudían hasta en sus defectos. La veleidad característica de las muchedumbres ayudaba a este cambio de opinión.

Ella, clavando los suyos en el entrado, no hacía sino seguir el corriente de cuantos hermosos ojos había en el concurso, que unos por curiosidad y otros por afición, todos se fijaban en el caballero; pero María miraba en él algo más que no un viajero vulgar.

Mis ojos deben arder entonces, como los suyos, con una llama funesta; como los de Amón cuando se fijaban en Tamar; como los del príncipe de Siquén cuando se fijaban en Dina. Al mirarnos así, hasta de Dios me olvido. La imagen de ella se levanta en el fondo de mi espíritu, vencedora de todo.

Sus ojos amorosos se fijaban en las cincuenta princesas mediterráneas, las Nereidas, que tomaban sus nombres de los colores y aspectos de las olas: la Glauca, la Verde, la Rápida, la Melosa... «Ninfas de los verdes abismos, de rostros frescos como el botón de rosa; vírgenes aromáticas que tomáis las formas de todos los monstruos que nutre el mar», cantaba el himno orfeico en la ribera griega.

Pronto distinguió, sin embargo, el brillo de una luz lejana que se iba acercando gradualmente, y que le permitía reconocer allá un objeto, más acá otro, tales como la puerta arqueada de una casa, con aldabón de hierro, una bomba de agua, etc., que fijaban su atención, á pesar de que estaba firmemente convencido de que á medida que se aproximaba aquella luz, que pronto daría de lleno en su rostro, se iba también acercando el momento en que su suerte quedaría decidida y revelado el funesto secreto oculto por tanto tiempo.

Miranda vestía la librea del buen gusto, y por eso, antes de reparar en Miranda, se fijaban las gentes en su ropa, al paso que lo que en Artegui atraía la atención, era Artegui mismo.

Hay, pues, en el mundo, fuera de la familia, una mujer joven y bella que habla de la madre de él como de la suya propia, como si ella fuese una hermana, aquella hermana tan deseada en los años infantiles, cuando sus ojos se fijaban con admiración secreta en las muchachas de la aldea. La joven repite dulcemente la pregunta. ... la madre responde él dirigiéndole una mirada de reconocimiento.

La criatura no podía hacer ningún llamado visible ni inteligible a su padre, y éste se encontró bajo la impresión de una extraña mezcla de sentimientos; de un conflicto de pesares y de alegrías viendo en aquel pequeño corazón que no respondía con ningún latido a la ternura medio celosa del suyo, mientras que los ojos azules se alejaban de los de él y se fijaban en la extraña cara del tejedor.

Palabra del Dia

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