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Actualizado: 23 de julio de 2025


Nuestra mayor victoria es el dominio sobre nuestros nervios; la sensación más exquisita es regir nuestra sensibilidad. «La perfección está hecha con nadas y es algo más que nada la perfección» dice Miguel Angel, que sabía modelar, no sólo las figuras, sino también las almas . Es una desdicha que nuestro propio carácter sea el obstáculo de nuestra felicidad. «Nada puede hacerme daño, excepto yo mismo dice San Bernardo ; el mal que me agobia lo llevo conmigo y jamás sufro realmente sino por mi culpa». Alude el santo varón a los disgustos que dimanan de nuestro carácter, de nuestra irritabilidad, de nuestra intemperancia, de los enconos de nuestro pobre corazón.

Un cuerpo flexible, ágil, con movimientos rítmicos y elegantes, hace olvidar las imperfecciones del rostro. Hay, en fin, feas que tienen diablo, como dicen los franceses, o ángel, según el dicho español. El diablo o el ángel es ese grado de seducción que dimana de la simpatía, ese aire o nimbo de las figuras que es como el aleteo externo del alma.

Duque Cornejo sabía con acierto dar movimiento á las figuras, y tuvo fantasía y novedad para los adornos, aunque no siempre le resultaran éstos del mejor gusto.

Francisco Baçan, autor de danzas, se concertó con la Ciudad en sacar una de espadas con 20 figuras con su panderete un tamboril y unas chapas en precio de 40 ducados y otra intitulada La conquista de las amazonas, por 160 ducados. Luis de Vergara, autor de comedias, concertó con la Ciudad en 14 de Mayo del mismo año por ante Antonio de Alfaro á representar dos autos, en 700 ducados.

De aquí proviene, con la repetición incesante de las mismas figuras, indudable monotonía en la exposición y en el lenguaje, siendo siempre la locución la más noble y selecta, y formando un estilo, que, en su constante aplicación, perjudica á la vitalidad del drama. Sólo el gracioso perturba con sus chistes el tono grave y solemne del conjunto.

Podrá censurarse, como opuesto á la unidad de acción, el personaje del príncipe Don Sancho; y como innecesario, y que sirve de rémora al desarrollo del drama, el episodio del tercer acto; pero conviene tener en cuenta que uno y otro se habían arraigado firmemente por los romances y la historia en la mente del pueblo, que no podía separarlos de su célebre héroe favorito, y por consiguiente, no merece crítica el poeta, que se aprovecha de figuras características y de una bella tradición, para agruparlas alrededor de su protagonista.

Entró Zadig en el templo saltando á pié-juntilla, y luego en un eloqüente discurso hizo ver que el Dios del cielo y la tierra, que no mira con privilegio á nadie, el mismo caso hace del pié izquierdo que del derecho. Dixo el envidioso y su muger que no habia suficientes figuras en su arenga, donde no se vían baylar las montañas ni las colinas.

La Rufina María estaba sin juicio mirando tantas figuras como en aquel teatro del mundo iban representando papeles diferentes, y dijo al Cojuelo: Señor Güésped, enséñeme al Rey y a la Reina; que los deseo ver y no quiero perder esta ocasión.

Las figuras que estos cuerpos forman en el cielo, y que son fáciles de reconocer examinando los más brillantes de ellos, permanecen siendo siempre las mismas, no sólo durante cada noche, sino durante todas las noches del año.

Adelante, don Francisco, adelante; vuestros semejantes son para vos figuras que se mueven, que andan; despreciables criaturas sobre las cuales, porque os humilla el estar confundido con ellas, necesitáis levantar la frente maldita, pisarlas, destrozarlas bajo el lento y pesado paso de vuestros pies; ¿qué os importa á vos, alma fría, que yo sufra, que yo grite, que yo blasfeme, si os he servido para algo?

Palabra del Dia

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