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En un gran número de casos de fiebre intermitente, puede reemplazarse fácilmente á la quina con otros medicamentos de accion mas análoga á la variedad de la forma febril.

Las amonestaciones más cariñosas eran siempre ineficaces para apartar a Bringas de su faena mientras duraba la luz solar. Ni que le rogaran, ni que le reprendieran, ni que le augurasen mareos, cefalalgia o ceguera, se conseguía que parase en la febril aunque ordenada marcha de su trabajo.

¡Fuera engañosas apariencias! grité yo . Por más que vuelvas a todos lados la vista, no encontrarás más familia que la que en estos momentos te rodea. La condesa con su mirada penetrante quiso imponerme silencio; pero yo no podía callar, y los pensamientos que se agitaban con febril empuje en mi cerebro, afluían precipitadamente a mis labios, dándome una locuacidad que no podía contener.

En el movimiento febril que agitaba su mano vi bien que tenía que hacerme un largo discurso los estremecimientos de la mano traducen siempre en Celestina un gran deseo de agitar la lengua pero la voz de la abuela, que le llamaba, puso término a su comezón de hablar.

La mayor parte de la noche fue de completo desvelo, de verdadero insomnio. Era necedad resistirse a la evidencia; desvelado... ¡y casi febril! ¡Quitarle el sueño una mujer!

Entretanto, á medida que el término fatal se aproximaba, la señorita Margarita perdía la vivacidad febril de que había parecido animada desde el día en que el matrimonio quedó definitivamente arreglado. Recaía al menos por instantes, en su actitud familiar de otro tiempo, de dolencia pasiva y sombría meditación.

Don Diego traducía a su mujer los relatos interminables del guarda, pero la impaciencia febril de la enferma quitaba todo encanto a la excursión. La pobre niña no era dueña de misma; pertenecía a la enfermedad y a la muerte próxima. No caminaba nada más que por sentirse vivir, ni hablaba más que por oír su voz.

La señorita Helouin es además bonita, inteligente y llena de talento, y aunque prodigue un poco todo esto, por la vivacidad de sus salidas, su febril coquetería, y esa ligera pedantería que son las propensiones habituales del empleo, convengo en que había muy poco mérito en sostener el papel caballeresco que me había propuesto.

En este concepto, la esperiencia demuestra con evidencia que el carácter de diminucion de pulso exige dósis mas débiles, aunque se trate de un estado febril; es preciso, pues, recurrir, segun las circunstancias, á dósis de 20 gotas de la tintura al dia; otras veces, y es lo mas frecuente, de dos ó una gota, ó tambien puede bastar una pequeña fraccion de la duodécima atenuacion.

Cuando se encontraron frente a frente en el boudoir, le dijo Pepa cogiéndola por las muñecas y mirándola fijamente: Vamos a ver, Clementina, ¿ sabes cómo andan los negocios de tu marido? Fué un golpe en medio del pecho. Clementina, aunque sin precisión, tenía noticias de las pérdidas de Osorio, de su creciente y febril afán de jugar.