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Actualizado: 27 de noviembre de 2025
Los balcones y ventanas de las casas, así como las puertas de los comercios, se hallaban perfectamente cerradas. Los curas, soldados y carceleros, después de pasear la vista por el ámbito de la calle, mirábanse unos a otros con acentuada expresión de asombro. El único objeto que hería la vista en medio de esta soledad era el carruaje miserable y fatídico que me esperaba.
Escapósele a aquella una leve exclamación de sorpresa, que el tío Frasquito pescó al vuelo; mas un azulado relámpago iluminó en aquel momento la escena; un inmenso diseño cromático, nacido en las alturas de la orquesta y resuelto en las profundidades de los bajos en un rumor apagado y fatídico, anunció la caída del rayo, y entre truenos y relámpagos y sublimes convulsiones de los instrumentos de cuerda, escapósele lo que Butrón añadía, pudiendo percibir tan sólo estas palabras dichas por el diplomático con grande insistencia: Mañana, a las cuatro, en casa... ¡Por Dios!, que no faltes, ni dejes de avisar a Jacobo...
Un rumor triste, fatídico, que escuchó detrás de las paredes de su cuarto, le hizo levantar la cabeza y clavar los ojos atónitos en el vacío. Sí; no cabía duda; se la llevaban, se la llevaban. Don Mariano se arrojó de bruces sobre el sofá y hundió el rostro en los almohadones para reprimir los gritos. ¡Esposa mía! ¡Esposa de mi alma!... Te llevan..., te llevan para siempre... ¡Ay, qué horror!...
Yo las ví llorando como unas Magdalenas y soplándose las palmas de las manos, escaldadas por aquel fatídico instrumento de cinco agujeros que pendía de fatal espetera en el despacho de D. Paco. Las pobrecillas estuvieron a moco y baba todo el día.
La vida de los habitantes del nido era tan dulce como la de todos los que esperan, como la de todos aquellos para quienes en el despacho del teatro de la ilusion no ha aparecido aún el fatídico letrero de «No hay billetes.» Casi todos eran republicanos, y no eran más, porque no habia más que ser; y el único decididamente afiliado en el partido conservador, pensaba con seriedad en la conveniencia de escribir un drama político-filosófico-social probando que los casamientos de Estado son una infamia intolerable, que un rey debe casarse por amor y dar su mano á una fregona de palacio, si ésta, con la bondad de sus prendas y la belleza de su palmito, ha logrado inclinar el ánimo de S.M. desde las ventanas de la régia cámara hasta los respiraderos de las régias cocinas.
Así lo creyó él mismo un instante; pero esas palabras fueron pronunciadas sólo en su imaginación. El venerable padre Wilson continuó lentamente su camino, teniendo el mayor cuidado en evitar mancharse con el lodo de la calle, y sin volver siquiera la cabeza hacia el fatídico tablado.
Hasta los habitantes más antiguos de la Presa que permanecieron fieles al terruño, negándose á abandonar el pueblo arruinado, habían transmitido á los nuevos vecinos de Colonia Celinda la tradición de una mujer venida del otro lado del mar, hermosa y de poder fatídico, originadora de ruinas y muertes.
Hasta algo de misterioso, de sobrenatural, puede haber intervenido en esto, porque amé a Vd. desde que la vi, casi antes de que la viera. Mucho antes de tener conciencia de que la amaba a Vd., ya la amaba. Se diría que hubo en esto algo de fatídico; que estaba escrito; que era una predestinación.
Zenobia hace entonces la mayor obra de caridad que jamás ha hecho. Apeles se postra de hinojos á sus plantas, y ella pone la mano en la frente y borra el signo fatídico que le retiene en la vida. El Genio de la muerte, Pausanias, el apaciguador ó libertador de los cuidados, acude entonces, se interpone entre Apeles y Zenobia, y Apeles muere.
¡Pues qué sucedería si después, cuando la vieja barajó los naipes y, repartiéndolos en cuatro montones, empezó a interpretar su sentido fatídico, pudiese él oír distintamente todas las palabras que salían del antro espantable de su boca!
Palabra del Dia
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