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Actualizado: 9 de julio de 2025


En su Philos. ant. poét., págs. 513 y siguientes, dice así: «Dió la una, hora después de la del comer, al tiempo que vino al Pinciano un recado de Fadrique, diciendo, que Hugo era venido, y que tenían los dos determinado ir aquella tarde á una representación; que tuviese por bien ser tercero con ellos.

Ya imaginaba, por el contrario, que, desde su punto de vista, Doña Blanca tenía razón en todo. Por cierto que no merezco perdón se decía D. Fadrique.

Como D. Fadrique era persona de mucho seso y sentido común, aunque se hallaba en época de reformas, sistemas y ensueños de toda clase, no pensó en condenar la herencia. Sin el grandísimo deleite de dejar ricos á nuestros hijos, se perdería el mayor estímulo para el trabajo, para el buen orden, para la aplicación y para aguzar y ejercitar el ingenio.

Vio la puerta de la Macarena, que toma su nombre, según unos, del de una hija de Hércules, a quien Julio César la consagró; y según otros, del de una princesa mora, que allí tuvo un palacio. Don Pedro el Cruel entró por ella muchas veces vencedor, y también don Fadrique, cuando el mismo don Pedro, su hermano, le sacrificó a su resentimiento.

Fadrique dijo: Todas esas cosas que decís son por cierto de mucho entretenimiento, mas el mayor del mundo es el emplear el hombre el tiempo en lo que es de su gusto, y hay personas que no gustan de las cosas que decísAsí que abandonan el teatro sale la Fortuna, dama que en vez de pies tenía dos ruedas y alas en las manos, que recita el prólogo y se retira.

Parece que había en todo esto algo de orgullo de familia. El mi padre era un vándalo de D. Fadrique casi sonaba en sus labios como alabanza. D. Fadrique, educado en el lugar y del mismo modo que su padre, D. Fadrique cerril, hubiera sido más vándalo aún. La fama de sus travesuras de niño duró en el lugar muchos años después de haberse él partido á servir al Rey.

Mientras que Berenguer Estañol vivió, y fué cabeza y Capitan en Athenas, tuvieron guerras contínuas, no con todos á un tiempo, pero ya con unos, ya con otros, sin tener jamas ociosas sus armas. Muerto Estañol, volvieron segunda vez á pedir al Rey Don Fadrique Gobernador y caudillo que por el Infante Manfredo les rigiese.

Vió el asunto perdido, al menos por aquel lado, y no quiso prolongar más el doble martirio. Don Fadrique inclinó la cabeza y salió de la sala harto apesadumbrado. Apenas se vió en la antesala, bajó la escalera, abrió la puerta del zaguán y se lanzó á la calle, respirando con delicia el ambiente, como quien se está ahogando y logra sacar la cabeza del agua en que se hallaba sumergido.

Las señoras, que habían mostrado deseos de ver á D. Fadrique bailar, repitieron sus instancias, y una de las doncellas tomó una guitarra y se puso á tocar para que D. Fadrique bailase. Baila, Fadrique, dijo D. Diego, no bien empezó la música. Repugnancia invencible al baile, en aquella ocasión se apoderó de su alma.

Don Fadrique era ágil y fuerte, y nada ni nadie le inspiró jamás temor, más que su padre, á quien quiso entrañablemente. No por eso dejaba de conocer y aun de decir en confianza, cuando recordaba á su padre, después de muerto, que, si bien había sido un cumplido caballero, honrado, pundonoroso, buen marido y lleno de caridad para con los pobres, había sido también un vándalo.

Palabra del Dia

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