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Actualizado: 9 de noviembre de 2025
Deshizose poco después la liga, por apartarse de ella Don Jaime Rey de Aragon, con gran sentimiento y quejas de sus aliados, porque sin las fuerzas de Aragon parecia cosa fatal y casi imposible vencer un rey de su misma casa, y la experiencia lo mostró, pues apartado Don Jaime de la liga, siempre los enemigos de Don Fadrique fueron perdiendo, y él acreditándose con victorias, hasta forzarles á tratar de paces quedándose con el Reino; cosa que de solo pensarla se ofendian.
El infante D. Fernando, hijo del rey de Mallorca, enviado del rey D. Fadrique, llega á Galípoli para gobernar el ejército en su nombre.
Sólo con voz apagada y apenas perceptible exhaló, por último, como lánguido suspiro, un Buenos días, Sr. D. Fadrique. Buenos días, dijo también Clara, no con más aliento que su padre.
Don Fadrique, mientras tanto, ha recibido del Rey la comisión de encarcelar á un Don Pedro de Luna, reo de cierta falta punible; pero, como es amigo suyo, intenta librarlo concediéndole una plaza de general, cuya provisión era muy urgente.
Pero la misma idea de la elegancia aristocrática del traje le infundió un sentimiento algo exagerado del decoro y compostura que debía tener quien le llevaba puesto. Por desgracia, en la primera visita que hizo Don Diego á una hidalga viuda, que tenía dos hijas doncellas, se habló del niño Fadrique y de lo crecido que estaba, y del talento que tenía para bailar el bolero.
Tras no escasa porfía se deja al fin convencer de que siquiera conozca á su prometida esposa visitándola en su corte, pero con la condición de que su hermano Fadrique tome su nombre, fingiéndose él su criado, para hacer más libremente sus observaciones.
Allí estuvo D. Fadrique haciendo estragos en la escuadra inglesa con sus certeros tiros de cañón. Luego, durante el asalto, peleó como un héroe en la brecha, y vió morir á su lado á D. Luis, su jefe.
En la pág. 316 y siguientes, leemos estas palabras acerca de los metros del drama: «Y luego Fadrique: La trágica consiente todo género de coplas, y metros, y estanzas.
Sin aguardar respuesta echó á andar D. Fadrique, y D. Carlos, si bien con disgusto, no pudo menos de seguir sus pasos.
Con pocos de éstos pudiera Conducir una galera Á la China, desde aquí, Don Fadrique de Toledo. Pido mano, doy turrón. 1650 DO
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