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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Los libros que llenaban el camarote del capitán le hacían recordar sus angustias al examinarse en Cartagena para adquirir el título de piloto. Los graves señores del tribunal le habían visto palidecer y balbucear como un niño ante los logaritmos y las fórmulas trigonométricas.
Hállabase don Pedro en sus glorias. Al resolverse a emprender el viaje, receló que las primas fuesen algunas señoritas muy cumplimenteras y espetadas, cosa que a él le pondría en un brete, por serle extrañas las fórmulas del trato ceremonioso con damas de calidad, clase de perdices blancas que nunca había cazado; mas aquel recibimiento franco le devolvió al punto su aplomo.
La amistad de las Porreñas y don Silvestre y su hermana llevaba ya cuatro años de mutuas cortesías, de mutuas fórmulas urbanas y de confianzas decorosas. Tomaron asiento las tres, y enteraron á sus amigos de quién era aquel joven que decorosamente las acompañaba.
Aquella ternura facilitó el tratado; cediendo cada cual un poco de su tesón, se fueron acercando al infame convenio, a la intriga asquerosa y vil; al principio fingiendo pulcritud, invocando santos intereses, después olvidando estas fórmulas; y por fin el Magistral ofreció a la moza asegurar su suerte, colmar su ambición, y ella poner ante los ojos de Quintanar su vergüenza de modo tan evidente, tan palpable que aquel señor, si corría sangre de hombre por su cuerpo, tuviese que castigar a los traidores como tenían bien merecido.
Por cualquier tontería que este dijese, su mujer soltaba la carcajada. Las crudezas de estilo popular y aflamencado que Santa Cruz decía alguna vez, divertíanla más que nada y las repetía tratando de fijarlas en su memoria. Cuando no son muy groseras, estas fórmulas de hablar hacen gracia, como caricaturas que son del lenguaje.
Se dan casos en que el abolengo conocido es corto y el llanto del niño demasiado largo, y en este caso se barajan los nombres á gusto del oficiante. En los casamientos por el contrario las fórmulas ya son más complicadas y costosas.
En que teniendo que ser nocturnas las horas de clase, continuó Pecson con el mismo tono como si se tratase de fórmulas conocidas y sabidas, se puede invocar como inconveniente la inmoralidad como con la escuela de Malolos... ¡Otra! Pues ¿y no se cobijan acaso bajo el manto oscuro de la noche las clases de la Academia de Dibujo, y los novenarios y procesiones?...
Y como el cortijero se quedase mirando a este ser extraordinario, cuyo nombre no había oído jamás, el tocador se inclinó ceremoniosamente como un hombre de mundo, experto en fórmulas sociales. Beso a uzté la mano... Y sin añadir palabra se entró en el cortijo, siguiendo a la demás gente que guiaba la Marquesita.
Las fórmulas, por cuya virtud se hacían, estaban custodiadas en los colegios sacerdotales y en los Palacios de los Faraones. Los profanos ó no iniciados no podían valerse de estas fórmulas, ni poseerlas escritas, sin exponerse á muy severos castigos.
No pudo, sin embargo, guardar las fórmulas sociales con ella, y apenas la saludó, sin darle la mano. Mientras la joven hablaba con Bringas, la Pipaón de la Barca entraba y salía como si tal visita no estuviera en la casa. Fijándose en ella al paso, hubo de advertir algo que disminuyó sus antipatías.
Palabra del Dia
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