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Actualizado: 2 de junio de 2025


Dejé marcharse á mi amada y esperé á Juana, que llegó sonriente, vestida con un traje de seda gris y con un sombrero de flores azules que daba á su cabello oscuro y á su cutis pálido un brillo extraordinario. No pareció extrañar la ausencia de Lea, se quitó el sombrero, tiró los guantes sobre la mesa y se sentó á mi lado.

Hay motivos para extrañar que el poeta haya llevado á la escena los singulares cuentos de los libros de caballería, y en este concepto se ha observado, en son de burla, que los héroes gigantes y damas encantadas de Amadís y de Esplandián se habían refugiado en el teatro después de expulsarlas Don Quijote de los libros; pero tampoco es posible negar que Calderón ha mejorado esas invenciones desordenadas y fantásticas de los antiguos romances, revistiéndolas de verdadera y más brillante poesía.

No has de extrañar, pues, que en medio de esta lucha, brote de lo hondo y como de la raíz de mi existencia, en que amo tanto el mundo y la vida, la imagen de la muerte, rica de hermosura y de poderosos atractivos, y trayendo en su mano paz y reposo.

¡Bestia de ! exclamó el sencillo burgalés, dándose con las dos manos en la frente . ¡Pues no me había olvidado?... Perdone usted, señora marquesa, esta distracción, que, bien mirada, no es de extrañar. En oyendo hablar de hijos, ya está todo en mi cabeza patas arriba. La marquesa había perdido el tino ya. No salía de un bochorno sin verse presa de otro mayor.

Jamás. Es sólo de extrañar que vaya solo; o acaba de dejar algunas señoras, o va a buscarlas. Les hablará de la ópera, del figurín, de lo mal que bailó el solo Gasparito; esta es la existencia del viejo verde: miradle contraerse y revolcarse en su vanidad al lado de una hermosa: ¿es una serpiente que se roza contra un árbol?

Habituada a este modo de ver, no es de extrañar que la repugnaran los colores vivos y todo linaje de desentonos y de aberraciones, lo mismo en el orden físico que en el orden moral. Y así era lo cierto. Esto no impedía que Luz estuviera dispuesta a tomar lo que la dieran; pero, autorizada para elegir, muy pocas veces se decidiría al gusto de las mujeres de su edad.

Al pasar junto al sitio donde Juan estaba escondido, Diana decía en son de burla: Te digo que has observado una conducta deplorable, lo cual es de extrañar en ti, que eres tan reservada generalmente. Has bailado tres veces con Huberto Martholl y flirteado con él toda la noche. ¡Vamos, confiesa que te gusta!

Así no debe extrañar que actores como Zacconi, como Novelli, como Coquelin, esos reyes del gesto que han bordado las perfecciones supremas de su arte, tengan un repertorio pequeño; los Balzac no abundan; la intensidad, grata á los atenienses, generalmente se logra á expensas de la cantidad, que admiran los bárbaros.

A más de la inteligencia, que en edad temprana despuntaba en él como aurora de un día espléndido, poseía todos los encantos de la infancia: dulzura, gracejo y amabilidad. El chiquillo, en suma, enamoraba y no es de extrañar que D. Francisco y su hija estuvieran loquitos con él. Pasados los primeros años, no fué preciso castigarle nunca, ni aun siquiera reprenderle.

El P. Enrique iba siempre a comer en casa de D. Acisclo, pero alegando que tenía que escribir o que estudiar, se quedaba a almorzar en su casa, donde su criado Ramón le preparaba y servía un frugal desayuno. También de la tertulia de por la noche, o ya se retiraba más temprano que de costumbre, o ya se retraía el Padre: pero esto no era de extrañar. Don Acisclo y Pepe Güeto le dieron el ejemplo.

Palabra del Dia

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