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La proyectada boda de D. Jaime y de doña Luz, que nada importaba que se supiese, no es de extrañar, pues, que llegara al punto a noticia de todos en Villafría. Aquel caso de amor fulminante y sobre todo aquel tan improvisado consorcio, dieron muchísimo que decir, comentar y murmurar. En los lugares andaluces, nada hay que pasme tanto como una boda repentina.

En tal estado las cosas, no era de extrañar que mi madre creyera suspendida sobre la cabeza de su esposo el hacha del verdugo. Algunas veces tuvo la idea de arrojarse a los pies de los delegados de la Convención y pedirles la libertad de mi padre.

Con estos defectos, no es de extrañar que algunas veces resulten desproporciones entre las salidas y los ingresos, como dicen ustedes los hombres de negocios. En estos casos, hay que resignarse al contratiempo o conjurarle de cualquier modo, si la necesidad lo exige.

Otra vez la vio en un teatro, al cual había él llegado a última hora. Ninguna de las pocas personas a quienes pudo preguntar sabían quién era. Esto no debía extrañar a la marquesa. Su mundo estaba muy lejos del mundo de Ángel, y los amigos de éste eran muy contados, porque muy pocos eran también los que se avenían a su manera provinciana de vivir en la corte.

Después de recibir semejante respuesta, no es de extrañar que el señor Macey hiciera notar más tarde, en la velada del Arco Iris, que Marner tenía la cabeza perdida, y que no sabía probablemente cuándo era domingo, lo que demostraba que era más pagano que muchos perros. Además del señor Macey, otra persona que consolaba a Silas fue a verlo con el corazón lleno de los mismos pensamientos.

Iba a misa, como lo demostraba el devocionario con tapas de nácar que llevara en la mano... Su marido no debía extrañar que tardase algo, pues iba a ver a la de Cucúrbitas que estaba en peligro de muerte. « que le daban hoy los Sacramentos» dijo Bringas con verdadera pena.

En vista de lo expuesto, nadie puede extrañar que hayan caído en el olvido más profundo el nombre y la vida de Fray Miguel. Ya verá el curioso lector, si tiene paciencia para leer sin cansarse esta historia, las causas que me mueven a sacar del olvido a tan insignificante personaje.

Zumbaban los insectos sobre las inquietas crestas de la maleza; arrastrábanse los lagartos entre las piedras; sonaban a lo lejos las esquilas con acompañamiento de balidos, y de vez en cuando, al trotar el caballo de Rafael por unos caminos que nunca habían conocido la rueda, abríase en lo alto de un ribazo la cortina de matorrales, asomando los cuernos y el hocico babeante de una vaca o el testuz curioso de un ternero que parecía extrañar la presencia de un hombre que no fuese el pastor.

No era de extrañar su proceder con Jacques, puesto que Pedro había renegado de la mayor parte de sus antiguas relaciones: veíasele, sin embargo, de vez en cuando en el mundo, puesto que lo encontramos, hacia mediados de diciembre, en el saloncito privado de Mariana de La Treillade, si bien es cierto que una circunstancia especial lo llevaba a ese elegante santuario de la malicia, puesto que Pierrepont venía a felicitar a Marianita por su próximo matrimonio.

Y como merced a las recomendaciones de Babur por un lado y a las del mahatma por otro, se le facilitaron todos los medios de comodidad y de transporte, no se ha de extrañar, que Morsamor, por sus pasos contados, con la mayor premura posible, y sin que nada memorable le sucediera, llegase a Canton felizmente.