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Actualizado: 25 de mayo de 2025


No por cierto; pero está haciendo al príncipe de Asturias aficionarse á las mujeres. ¡Ah! ¡! hasta de los niños se echa mano dijo el bufón. Y de las mujeres y de los viejos añadió el cocinero. ¿Pero no tiene algún otro amante rico esa mujer? Anda en vísperas de gastar de las rentas reales dijo el cocinero mayor. Explicáos... Puede ser que una de estas noches reciba á su majestad.

Dejó doña Clara la pluma y luego la mesa, y fué á sentarse junto al brasero entre su marido y Quevedo. ¡Vive Dios! exclamó Quevedo , que estoy viendo en vos una experiencia, doña Clara. ¡Una experiencia! ¡ pardiez! los ojos y la razón engañan. Explicáos. ¡Si sois más doncella hoy que ayer! dijo Quevedo mirando de una manera profunda á doña Clara. Púsose la joven vivísimamente encendida.

Y sin embargo, si digo que esta desdichada conversación de amores en que sin saber cómo nos hemos metido es una locura, no es por el duque ni por don Rodrigo, sino por vos. ¿Por ?... He dicho mal; he debido decir por mi suerte. Explicáos, porque no os entiendo bien. Yo no puedo ya amar. El amor viene sin que le llamen, y no se va aunque le echen.

Bueno, veamos, maese Marner, qué es lo que tenéis que decir... decís que os han robado. Explicaos claramente. ¡Haría bien en no volver a decir que soy yo quien lo ha robado! exclamó Jacobo Rodney con energía . ¿Qué habría hecho con su dinero? También hubiera podido robar la sobrepelliz del pastor y ponerla encima.

No si lo soy, señora, como ayer no sabía otras cosas; pero hoy como esas otras cosas, también que soy en cuerpo y alma de la Inquisición; pero á la fuerza, señora, á la fuerza, porque todo lo que me está sucediendo de anoche acá me sucede á la fuerza. Pero explicáos.

Aquí debe de haber algo... y algo grave dijo el tío Manolillo , en lo que acaso yo no tenga poca parte. Explicáos por Dios, hermano. Explícome, y para explicarme pregunto: ¿dónde ha visto á don Juan Girón?... Juan Montiño, hermano, Juan Montiño. Bien, ¿dónde ha visto Juan Montiño á doña Clara? En la calle. ¡En la calle! Amparóse de él al verse perseguida por don Rodrigo Calderón.

¡Hum! dijo el cocinero mayor . Pero eso no quita el que yo tenga encima un proceso. ¿Y sois vos en efecto quien ha matado al sargento mayor? dijo Luisa, cuya voz estaba perfectamente serena. Os diré... no lo puedo asegurar... no de fijo si le he matado ó no. ¿Que no lo sabéis? pues entonces ¿quién lo sabe? ¡Dios! Pero explicáos.

Pues el jinete de ese viejo cuartago, don Juan Téllez Girón, el marido de doña Clara Soldevilla, el maltratador de don Rodrigo, el salvador de la reina, ha estado á punto de dar con vosotros al traste, señores conspiradores de palacio: á él debéis el haber estado dos días separados de vuestros oficios, aturdidos sin saber de dónde venía el golpe. ¡A él! Mejor dicho, me lo debéis á . Explicáos.

¡Y don Francisco! ¡ah! ¡don Francisco! ¡Pero explicáos por Dios, Dorotea! Quevedo no os ha llamado á mi casa para veros, sino para que yo os viese. No os entiendo. ¡Quevedo, Quevedo! ¡Ah! ¡Maldito sea! ¡Pero explicáos, Dorotea, explicáos por Dios, que no os entiendo! Ese hombre, ese Quevedo... parece que lee en mi alma, lo que en el alma está oculto; parece que adivina.

Digo, que me espanta el que pueda decir á vuestra majestad algo. ¡Ah! dijo el rey ¿y por qué os espanta eso? Porque á la verdad, hablo con vuestra majestad por compromiso. ¡Oh! repitió el rey. Y espántame que yo me vea comprometido á hablar con vuestra majestad... Explicáos... He estado preso en San Marcos. ¡Ah! ¿habéis estado preso? , señor. ¿Qué delito cometísteis?

Palabra del Dia

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