Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de junio de 2025


Si el objeto exclusivo de estas páginas fuera pintar los azares y fatigas de un candidato en vísperas de su elección, yo siguiera paso a paso al de mi historia en su peregrinación por el distrito; pero como son varios los asuntos que abarcan estos capítulos mal pergeñados, me limitaré a decir, en compendio y para gobierno del inexperto lector, que por dondequiera que iban nuestros expedicionarios, hallaban con frecuencia el terreno electoral rebelde a su cultivo, y el más propicio no pasaba del aspecto dudoso que ofrecía el del Mayorazgo.

Confiaban en la dolencia que traía postrados á los más de los expedicionarios, y más les animó el accidente de haberse atascado la artillería en un pantano: mas no les salió la cuenta.

Dióle las señas de éste como pudo; y los expedicionarios tuvieron que desandar parte de lo andado, trepar por un escarpado, y subir a la meseta de una montaña, donde hallaron al Mayorazgo presidiendo la roturación de un gran terreno que acababa de adquirir en aquellas alturas. Era hombre joven todavía y de rostro desengañado. No mostró gran curiosidad al verse acometido por el pequeño escuadrón.

Durante el largo trayecto de algún punto a otro, departían calurosamente los expedicionarios sobre los azares de la elección, o discreteaban los acompañantes de nuestro candidato, o le pintaban muy lisonjero el desenlace de la campaña, con el fin de hacerle el viaje más divertido. Pero ¡ni por ésas!

Hubo muchas expediciones, unas pagadas por los regidores de la isla, otras de particulares, pero todas sin éxito; y la gente, cada vez más convencida de la existencia de San Borombón, achacaba estos fracasos a la impericia de los expedicionarios antes que renunciar al encanto de lo maravilloso.

En cambio, el viaje de vuelta duraba hasta tres semanas, pues los devotos expedicionarios, orgullosos de su éxito, se detenían en todos los poblados del camino. Organizaban bailes durante las horas de gran calor, que á veces se prolongaban hasta media noche, consumiendo en ellos grandes cantidades de mate y toda clase de mezcolanzas alcohólicas.

Con los equipajes hechos, los convalecientes medio embanastados; en fin, casi con el pie en el estribo ya para volver a Madrid los tres expedicionarios de nuestra historia, dijo Leticia a su amiga al despedirse de ella: que el banquero don Mauricio bebe los vientos por ti... ¿No te gusta que te lo diga?... Lo siento, y perdona; pero escucha.

Las losas der pavimento, dislocadas, dejaban entrever el agua negra. Sobre sus cabezas oían los expedicionarios el pisar de la gente, el batir del duro casco de las bestias. A veces se abría un respiradero, y al través de la reja de hierro filtrábase la luz del día, lívida y cadavérica, amarilleando la rojiza de las lámparas.

Al fin de esta hoyada, es decir, a los comienzos de la loma segunda, está el Pedregalón, con la boca abierta a muy poca altura del suelo y encarada a la ruta que llevaban los expedicionarios.

No tirarán mas que si yo llamo. ¡Puede usted estar tranquilo! Y ahora, en marcha; hay que estar de vuelta antes de que llegue la noche. Los expedicionarios salieron. ¡Buena suerte! les gritó Hullin, mientras trepaban por la nieve para salvar los obstáculos amontonados en el camino. No tardaron los tres cazadores en descender al sendero que acorta el camino hacia la derecha de la sierra.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando