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Arrima una noche á la ventana una escala, y quiere penetrar en su habitación á tiempo que se presenta un piadoso ermitaño, llamado Don Gil, y lo disuade con sus vehementes exhortaciones de su indigno propósito.

Cuéntase la anécdota de que Morales, al llegar á Madrid con su mujer, le recitó un soneto patético para prevenirla contra los peligros de su residencia en la corte, y que además le dió un palo en la cabeza para esforzar más sus exhortaciones.

Sin embargo, a pesar de las tiernas exhortaciones de la señora de Aymaret, era imposible que Beatriz no se sintiese profundamente turbada por las reflexiones que forzosamente había de sugerirle la muerte de la señora de Montauron; era imposible que en adelante no le pareciesen todavía más pesados sus deberes, todavía más amargas sus contrariedades.

Si consiguiese ablandarlo por medio de mis exhortaciones y de mis oraciones, pondria en el buen camino a un corazon noble que se encuentra escarriado, pero que todavia no esta perdido. Tu no me conoces. Mis dias estan ya contados, y mis acciones estan escritas en el libro del cielo. Retirate, tu permanencia aqui te seria perjudicial; retirate. ?Es una amenaza la que me anunciais?

Y en efecto, el día 13 de Octubre de 1596 salió en auto público de fe, con sambenito y coroza, sin que por el camino, desde las cárceles á San Pablo, y de allí al Quemadero, diese muestras de abatirse su espíritu ni hacer caso alguno de las exhortaciones que frailes é inquisidores le dirigieron repetidas veces.

Pero aun prescindiendo aquí de la vida activa de la Santa y hasta de los preceptos y máximas y exhortaciones con que se prepara a esta vida y prepara a los que la siguen, lo cual constituye una admirable suma de moral y una sublime doctrina ascética, ¡cuánto no hay que admirar en los escritos de Santa Teresa!

Ve, pues, al ermitaño, y le expone su deseo; pero el solemne silencio del desierto, y las fervientes exhortaciones del asceta, hacen en ella tal impresión, que determina renunciar también al mundo, y consagrar su vida á la devoción en la soledad. Este caminante es el Demonio, que prepara sus asechanzas contra los dos ermitaños.

No es ponderable lo que padeció la infeliz mujer, mientras estuvo a su cargo Marisalada. Por parte de esta no cesaron las burlas ni las rebeldías, ni por parte de la maestra los sermones sin provecho y las exhortaciones sin fruto. Dos ocurrencias agotaron la paciencia de señá Rosa, con tanta más razón, cuanto que no era en ella virtud innata, sino trabajosamente adquirida.

Convalecidos éstos, empleó todos sus pensamientos y celo en la chusma de los grumetes del navío, tomando á su cargo el cuidado espiritual de ellos con las pláticas, exhortaciones, confesiones y todos los otros ejercicios conducentes al aprovechamiento de las almas, no dejando, entre tanto, obra ninguna, por vil y repugnante que fuese, que no la ejecutase en servicio de ellos, por ganarlos para Dios, y de mejor gana y más alegremente hacía aquellas que eran de mayor trabajo y desprecio.

Más tarde, guiaban sus pasos en los senderos difíciles de la vida, y cuando ésta llegaba a un período supremo, ellos sostenían al débil viajero en las avenidas de la tumba y le abrían la eternidad. Que no se diga que el desgraciado es un anillo roto en la cadena de los seres. El pobre expirante sobre la paja, estaba al menos acompañado de sus exhortaciones y de sus consuelos.