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Actualizado: 19 de junio de 2025


Sin embargo, no es nada agradable verse acosado por la sospecha de que nuestra inteligencia se va extinguiendo; ó que se va desvaneciendo, sin darnos cuenta de ello, como el éter en una redoma, que hallamos más y más reducido á cada mirada que le dirigimos.

La penumbra del crepúsculo matutino se había trocado con rápida transición en claridad luminosa, apagándose las estrellas en el éter, matizándose las nubes de carmín y de oro y transmitiéndose por el ambiente despejado y limpio el movimiento, los colores y las formas de los distintos seres.

No os riais, vosotros que no creeis en la imaginacion, para tributarla homenaje á cada momento, cuando menos os lo parece, como aspirais la atmósfera cuando menos os apercibís. ¡No os riais de ese éter divino, destinado á no dejar vacío ningun hueco en el ánfora de la vida; no os riais!

Miguel se fija en el campaneo lúgubre que viene de abajo, desde una iglesia de la ciudad invisible, á través del éter vibrante y luminoso. El coronel insiste en sus explicaciones. Es una sepultura provisional, sin losa, sin nombre. Con motivo de la guerra, era imposible enviar la muerta á París.

Martita se había desmayado. Varias señoras se apresuraron a desatarle el corsé y a sacudirla fuertemente para que soltase el agua que había tragado. Después la extendieron en uno de los asientos de popa, y Ricardo, tomando un frasco de éter que don Máximo había traído, se lo aplicó a la nariz.

Carros de luz nos columpiarán en el éter; corolas misteriosas de flores peregrinas nos suministrarán, como en cálices de oro, los manjares más deliciosos, las bebidas más delicadas; y esta mariposa, en fin, nos llevará a nuestro antojo, y con la viveza del pensamiento, doquiera que mandemos, dándote a ti asiento en la verde y a en la blanca y siniestra ala.

Imaginóse que ella y Pedro no llegaban del lodazal de la tierra, sino de los espacios lumbrosos que los rodeaban. Habían atravesado en raudo vuelo el éter, y vinieron á posarse como dos pájaros celestes sobre aquella roca. Pero no tardarían en alzarse de nuevo para sumirse otra vez en los senos azules del firmamento y alcanzar otros sitios de mayor gloria.

Su cara sonreía; pero tenía los ojos húmedos. Ya , ya dijo la señora ¿Quieres el éter? ¿Sientes opresión? No siento nada. Estoy muy bien. La plática se enredó de nuevo. Doña Paula expresó la idea de que Gonzalo se viniese a vivir con ellos. Este se resistió un poco, porque comprendía que esto iba a disgustar a su tío.

Los vientos otoñales habían extendido en pocos minutos negro manto de nubes, uniformemente obscuras, y sólo en un punto ralas y tenues, hacia el Oriente, donde a través de blancos velos dejaban adivinar las más altas regiones del éter, los océanos superiores del aire, limpios, surcados por mil celajes voladores. Oíase el ruido lejano de la lluvia.

Las estrellas, si resplandecían en el éter infinito, vertían muy débil luz sobre la tierra. Acrecentaban la oscuridad, en el punto en que ambos se encontraron, algunos frondosos árboles que allí había y el alto vallado de zarzamoras y de otros arbustos que se extendía a un lado y a otro por casi todo el camino. Juanita era muy distraída e iba además pensando en sus travesuras de muchacha.

Palabra del Dia

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