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Actualizado: 25 de junio de 2025
El Miércoles Santo enviole su tía con un recado a casa de Samaniego, y después de estarse allí gran rato, oyendo tocar la pieza, notó que doña Casta hablaba muy vivamente con Aurora. «Vaya, hija, que hoy nos has dado un buen plantón. ¡Tres horas esperándote!... ¿A qué tienes tú que ir hoy al obrador, si hoy no se trabaja?... Lo mismo que el Domingo de Ramos... Toda la tarde en el obrador, y luego viene Pepe y me dice que ni has aparecido por allí ni ese es el camino. ¿En dónde estuviste? ¡En casa de las de Reoyos! ¿Y qué hacías tú tantas horas en casa de las de Reoyos?
JULIETA. ¿Estuviste también de juerguecita...? RAQUEL. ¡Estuve bailando con los norteamericanos hasta las dos de la madrugada...! No sé dónde tengo las piernas... ¡Y este endiablado estudio apenas está empezado...! ELSA. ¡A mí me da miedo pensar que tengo que cubrir de color este lienzo...! Lo único que me interesa de todo esto son los calzoncillos, porque es lo más fácil de hacer.
No, te lo juro... estuviste tan torpe... no hablabas... apenas sonreías... Sí, estuve torpe como un ganso y tú ingeniosa como un demonio... es sabido... ¿Y qué?... ¿Y qué?... Que vi en seguida que no le gustarías jamás... jamás... ¿entiendes?... ¿Por qué jamás?
Por él estuviste poco ha, y volverías a estar si de nuevo te desmandaras, muy a punto de morir ahorcado como un zorzal entre mis dedos, convertidos en percha. Pero no pienses más en eso. ¡Qué lástima si hubiera dado yo, sin querer, un día de luto a la ya entonces mal llamada Villalegre! Ahora no debemos pensar sino en el gran placer que hay en renovar amistades después de una brava batalla.
10 El día que estuviste delante del SE
D. Pedro interrumpió a su hijo con una carcajada y continuó la frase: Y que ella está enamorada de ti, y que la noche de la velada de San Juan estuviste con ella en dulces coloquios hasta las dos de la mañana, y que por ella buscaste un lance con el conde de Genazahar a quien has roto la cabeza. Pues, hijo, bravo secreto me confías.
Sé que llegaste, y en vez de ir á mi casa fuistes con unos badulaques al café de la Fontana, donde te hicieron hablar y hablaste ... y por cierto que lo hiciste muy mal. Todos se han reído de ti. Estuviste después alborotando toda la noche con los que apedrearon la casa de Merilleu. ¡Ah! no, señor; yo no. De cualquiera manera que sea, tu conducta es imperdonable.
Pues para eso han venido las mujeres al mundo: para querer a los hombres. Tuviste la desgracia de tropezar con uno, que te salió malo. Cuestión de suerte, hija. Ello es que estuviste loca por él... Bien me acuerdo. No se te podía aguantar; no hacías nada al derecho.
Ya lo sé; estuviste dos horas y media en el confesonario, y el señor Ronzal se cansó de esperar y no tuvo contestación que dar al señor Pablo, que se volvió al pueblo creyendo que tú y Ronzal y yo y todos somos unos mequetrefes sin palabra, que sabemos explotarlos cuando los necesitamos y cuando ellos nos necesitan los dejamos en la estacada.
Y ¿quién te ha contado esta historia, Perla? preguntó la madre reconociendo una superstición muy común en aquella época. Aquella señora vieja que estaba sentada en un rincón junto á la chimenea en la casa donde estuviste velando anoche, dijo la niña. Ella me creía dormida mientras estaba hablando de eso.
Palabra del Dia
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