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El pobre estudiante, desde que volvió de San Diego para rescatar de la servidumbre á Julî, su prometida, había vuelto á sus libros, pasando el tiempo en el hospital, estudiando ó cuidando á Capitan Tiago, cuya enfermedad trataba de combatir.

Era tiempo de invierno, cuando campean en Sevilla los molletes y mantequillas, de quien era tan bien servido, que más de dos Antonios se empeñaron o vendieron para que yo almorzase, Finalmente, yo pasaba una vida de estudiante sin hambre y sin sarna, que es lo que más se puede encarecer para decir que era buena.

Una vez en posesión del libro apetecido, nuestro mancebo corría a sentarse al lado de la chimenea y se dejaba tostar las pantorrillas, mientras el cerebro navegaba por los mares ignotos de la metafísica; primero faltaría el sol en su carrera, que nuestro estudiante en una de las butacas de terciopelo carmesí del Ateneo.

Personajes, pues, por el estilo de FAUSTO, como en nuestra España, v. gr., Don Juan Tenorio y Lisardo el Estudiante, están llamados a ser joyas preciosas de todas las literaturas, y a inspirar los mejores dramas, óperas, novelas y poemas, que pueden componerse.

Yo tengo buenos amigos de mis tiempos de estudiante... Te visitarían los catedráticos... todos unos sabios. Asunto de permanecer allí un mes cuando más. Tendrías la criatura, rodeada de más cuidados que aquí... sanarías, y luego... luego continuaríamos nuestra vida más feliz que ahora, pues la mala suerte no va a atormentarnos siempre.

Pero, contrapuestos y comparados sus trabajos con los del mílite guerrero, se quedan muy atrás en todo, como ahora diré. Capítulo XXXVIII. Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras Prosiguiendo don Quijote, dijo: -Pues comenzamos en el estudiante por la pobreza y sus partes, veamos si es más rico el soldado.

El Obispo al ver al Magistral se ruborizó, como un estudiante de latín sorprendido por sus mayores con la primera tagarnina. «¿Qué era aquello?», quería decir la mirada del Magistral, que saludó a las señoras inclinándose con gracia y coquetería inocente. «¡Unas señoras con el Obispo! ¡Y ningún caballero las acompañaba! Esto era nuevo». Cosas de Visitación.

Nuestros lectores habrán supuesto seguramente que los viajeros de que hablo son Luisa y el estudiante de Rodhese. Con el dinero que ella sacó de la casa paterna, vivieron un mes, al cabo del cual el estudiante la manifestó que iba á su casa, con el fin de reconciliarse con su familia, y volver á Paris, ya para unirse á ella, ya para proseguir sus estudios.

Por allí anduvimos á la ventura durante tres cuartos de hora, atravesando calles y callejuelas, como para ver si notábamos esa especie de gusto clásico que debe reinar en unos lugares donde manda la ciencia. Efectivamente, hay aquí algo de la vida revuelta del estudiante, y del silencio austero del aula.

SANCHO. No, señor; Que en dos rocines venimos Pelayo y yo. PELAYO. Y los cortimos Como el viento, y aun mijor. Verdad es que tiene el mío Unas mañas no muy buenas: Déjase subir apenas, Echase en arena o río, Corre como un maldiciente, Come más que un estudiante, Y en viendo un mesón delante, O se entra o se para enfrente. REY. Buen hombre sois. PELAYO. Soy, en fin, Quien por vos su patria deja.