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Actualizado: 21 de julio de 2025
Llegóse en esto el día, dio el sol con sus rayos en los ojos a Sancho, despertó y esperezóse, sacudiéndose y estirándose los perezosos miembros; miró el destrozo que habían hecho los puercos en su repostería, y maldijo la piara y aun más adelante.
Pero no guardó el envoltorio en donde estaba, sino que lo puso sobre la chimenea. Este detalle avivó las muertas esperanzas de Rosalía. «Porque mire usted agregó la otra estirándose en el sillón, como si fuera una cama, y tocando casi con sus pies las rodillas de la dama ; aquí donde me ve, estoy arruinada.
Las pobrecillas no cosen más que á sacristanes y curas de aldea¡ y cosen mal. Ellas quieren darse tono, y dicen que cosen á la catedral de Segovia; pero es mentira. No las crean ustedes. Y él, ¿entró por ese cuarto? Sí: es un militar, alto, buen mozo. ¡Jesús, qué horror! Yo no puedo oír esto exclamó Salomé, estirándose, con muestras de un segundo ataque.
La del diente menos, estirándose más y tomando una actitud más que perezosa, chabacana, le dijo entre risas muy descorteses: «Si estuviera aquí la Señora, no pasaría usted esos apurillos, porque con echarse a sus pies y llorarle un poco... Dicen que la Señora consuela a todas las amigas que le van con historias y que tienen maridos tacaños o perdularios.
Yo aconsejaría á vuecencia que tomase un partido mucho más prudente, que el de lograr por medio de estas cartas que se corten las quejas que vienen de todas partes dijo Santos estirándose el brazo derecho y frotándoselo con la mano izquierda. ¿Y qué partido es ese, Pelegrín? ¡Hum! vuecencia está muy comprometido. Sí, es cierto; pero todo lo que puede suceder será perder la gracia del rey.
Parecía una serpiente negra y blanca estirándose poco á poco entre los cojines; iba saliendo de ellos como si fuesen peñascos de diversos colores. El único hombre que me ha hecho pensar un poco continuó con una voz de susurro , el único que me ha parecido distinto á los otros, eres tú... No te alarmes: no es amor. No voy á invertir los términos, haciéndote una declaración.
Pues, mi General, es muy sencillo, repuso don Custodio estirándose y sacando la voz hueca de ceremonia; las escuelas solo estan abiertas en los días de trabajo, y las galleras en los de fiesta... Pues conviértanse en escuelas las galleras, al menos durante la semana. ¡Hombre, hombre, hombre! ¡Ya pareció aquello! Pero ¡qué cosas tiene usted, don Custodio! ¡Vaya un proyecto que tiene gracia!
Un rato estuvo estirándose, refregándose los ojos con las manazas, y escupiendo más hostias que palabras. «¿Onde está el judío ladrón que ha entrado sin mi premiso?, ¡hostia!, que le parto por la metá». El lenguaje de Segunda no desmerecía del de su hermano por la finura ni por lo escogido de las voces, lo que desagradaba extraordinariamente a Ido.
Era Jacobo muy perezoso y costábale gran trabajo arrancarse del lecho; dio en él varias vueltas, estirándose y revolviéndose con esa dejadez del que no tiene cuidados, ni le esperan obligaciones, ni encuentra para saludar al nuevo día otra fórmula, otra oración, otro brote de sentimiento que un prolongado bostezo.
Palabra del Dia
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