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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Por la noche cuando me puse a soñar en la ventana como tenía por costumbre, una inquietud indefinible y oculta turbó mis ensueños. Pensé en aquel día, con tanta impaciencia esperado, y no pude negarme que las cosas no habían pasado según mis deseos. ¿Qué era lo que yo había esperado?
Después de haber esperado, después de haber querido esperar en la vida ¿qué obtenía de esto? ¡No una ayuda, sino el último desastre! La sentencia del poeta significaba que el segundo amor está condenado irremisiblemente, porque alucinarse con la profundidad del nuevo afecto no es posible para el corazón que ya ha visto la muerte del primero.
Después de censurar con breves y enérgicas palabras la acción de todos, ordenó a Plácido que le siguiese, y le llevó a su celda. En balde he esperado, hijo mío, hacer de ti un dechado de santidad y de paciencia, para que con el tiempo llegases a ser mi sucesor en el gobierno de esta abadía. Sé todo lo ocurrido y no me atrevo a culparte.
Tanto mejor si me engaño, hijo mío, pues yo te aseguro que, de haberlo esperado, tú te habrías de arrepentir temprano o tarde... Más que ella vales, no hay que dudarlo; pero esas señoras se creen hechas de otra pasta que nosotros.
¡Mira, lee tu carta... y déjame en paz! En mi cuarto, a solas, leí la carta de Lanilla. «Rodolfo mío: «En vano habrás esperado mi contestación, y ya me imagino tu impaciencia al no recibir noticias mías. Papá ha estado enfermo. Cosa de nada, es cierto, pero nos tuvo muy inquietas, y de más a más el mozo no ha ido a Villaverde.
No acierto a ponderar el profundísimo dolor, la tristeza y el asombro que este trágico suceso produjo en el ánimo de mi buen amigo el Vizconde de Goivoformoso, que, más bien que como hombre maduro, como apasionado y vehemente mancebo había esperado y soñado en los regocijos y deleites de aquel día.
Esperábamos inquietos, antes los grandes males que afligen á la patria; esperábamos callando, sin dejar de conocer los diarios y cada vez más graves errores «de este insensato Gobierno. Hemos esperado hasta lo último, hasta que los escándalos han sido intolerables. Hemos callado, mientras el callar no fué gravísima falta. Ya no hay esperanza.
Sentáos, caballero dijo el fraile. Montiño se sentó. Entre tanto el padre Aliaga abrió sin impaciencia la carta, y á despecho de Juan Montiño, que había esperado deducir algo del contenido de aquella carta por la expresión del semblante del religioso, aquel semblante conservó durante la lectura su aspecto inalterable, grave, reposado, dulce, indiferente.
Ya se ha referido que en medio de la muchedumbre que presenciaba el castigo ignominioso de Ester, un individuo de edad provecta, recién llegado de las tierras ocupadas por los indios, contempló de repente, expuesta á los ojos del público, como si fuera una imagen viviente del pecado, á la mujer en quien había esperado hallar encarnados la alegría y el calor del hogar.
Algunos minutos después un enjambre de graciosas jóvenes descendía a la arena. Este baño era el acontecimiento esperado de la mañana. Al llegar a la orilla del mar, María Teresa dejó caer su peinador a sus pies y apareció delicada y flexible.
Palabra del Dia
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