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Actualizado: 24 de junio de 2025


Doña Rebeca rebuscaba en armarios, bargueños y arcaces algunos papeles escritos y sellados que parecían importarle mucho. Abría legajos, escudriñaba carpetas, y todo lo revolvía y desparramaba fuera de su sitio. Estas maniobras las acompañaba de paseítos menudos, adagios y murmuraciones. A intervalos reñía con la criada, y otras veces se evaporaba, como por arte de duendería.

Todo en nombre de la civilización. Porque aquella turba miserable es el botín de la última batida en la frontera... Detrás de los cristales de la puerta del comedor, apareció una sombra: la señora Casilda escudriñaba en la obscuridad; pero estaba la chica tan arrebujada, tan perfectamente escondida dentro de su refajo y enroscada, por así decirlo, sobre el umbral, que era difícil distinguirla.

Sandoval, á fuer de curioso, miraba, escudriñaba todo, probaba las pastas, examinaba los cuadros, leía la lista de los precios. Los demás hablaban del tema del día, de las actrices de la opereta francesa y la enfermedad misteriosa de Simoun á quien, segun unos, habían encontrado herido en la calle, segun otros, había intentado suicidarse: como era natural se perdían en conjeturas.

Digo, pues, que yo me hallaba bien con el oficio de guardar ganado, por parecerme que comía el pan de mi sudor y trabajo, y que la ociosidad, raíz y madre de todos los vicios, no tenía que ver conmigo, a causa que si los días holgaba, las noches no dormía, dándonos asaltos a menudo y tocándonos a arma los lobos; y apenas me habían dicho los pastores: "¡Al lobo, Barcino!", cuando acudía, primero que los otros perros, a la parte que me señalaban que estaba el lobo; corría los valles, escudriñaba los montes, desentrañaba las selvas, saltaba barrancos, cruzaba caminos, y a la mañana volvía al hato, sin haber hallado lobo ni rastro dél, anhelando, cansado, hecho pedazos y los pies abiertos de los garranchos, y hallaba en el hato, o ya una oveja muerta, o un carnero degollado y medio comido del lobo.

Ahora que la tenía a cuatro pasos, y le podía ver los brazos desnudos, y el talle apretado, y la pechuga, entre velas de esperma, todo al aire; ahora que podía apreciar sus facciones y sus gestos, y hasta algo oía de su voz, que parecía que aun hablando cantaba, ahora Emma, con el pensamiento, la desnudaba más todavía, y le medía el cuerpo, y le escudriñaba el alma; quería apreciar por la proporción cómo tendría de gruesas y bien formadas las extremidades invisibles y otras partes de su cuerpo.

Realmente, aquella llama en el vértice de la roca debía tener el aspecto de algo sagrado y religioso. Cuando se calentó el hornillo de la roca, ardían lo mismo las hierbas secas que las verdes; pero pronto dejé talado todo el peñasco, sin el menor rastro de vegetación. Pasó una hora y otra; llegó el mediodía. Impaciente, escudriñaba el mar. Nadie se acercaba.

No solo leia las divinas Escrituras sino que con la mayor diligencia escudriñaba todas sus cláusulas i aun todas sus palabras, cotejando con los originales hebreo i griego la Vulgata latina impresa en su tiempo, i con varios MSS. de ella; i consultando además algunos Padres de la Iglesia i comentadores antiguos de la Biblia; i cuando de su trabajo resultaba hallar una errata de mano del escribiente ó falla de exactitud en la traduccion latina, proponia el modo i forma con que deberia ser leido aquel pasaje.

Ramiro apresuraba los instantes, escudriñaba en cada visita todos los recovecos, hacíase enseñar las otras estancias, palpaba disimuladamente los muros esperando descubrir algún secreto resorte. Ella, en cambio, no hacía sino pedirle, sin cesar, que huyesen juntos de Castilla. Era la cantinela monótona, el ruego único, desesperado.

El anciano escudriñaba todo el salón por ver si quedaba todavía alguna cosa olvidada, hasta que al distinguir los retratos meditó un instante y exclamó: Si su señoría quiere dar estas pinturas, le adelantaremos veinte ducados, y, después, si su señoría quiere habitar otro palacio se las ritornaremos por poco más.

Se deleitaba en ella; la escudriñaba, la recorría en todos sentidos, cuando, terminado el trabajo, y marchados los obreros, se quedaba solo entregado a mismo. Nadie conoció tan bien como el pequeño operario los pasajes secretos ni los rincones del gran establecimiento.

Palabra del Dia

rigoleto

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