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Actualizado: 19 de junio de 2025
Cuando el viejo se enteró de la escapatoria de su hija, tuvo un acceso de coraje tal, que todos en la casa creyeron llegada su última hora, pero pasado el ciclón de gritos y juramentos y la granizada de moquetes que descargó a ciegas y que alcanzó hasta al mismo chico de la Pepa, se calmó, aparentemente por lo menos, y ni volvió a hablar ni hizo cosa alguna que con el asunto se refiriese.
Volvió a encorvarse sobre los remos bogando por el centro del río, sobre las aguas que temblaban reflejando la luna, como si quisiera que la arboleda de ambas orillas gozase por igual en la contemplación de la amorosa escapatoria.
He venido yo en persona para tranquilizarle... No se apure usted, pues, que la detención no tiene importancia, y véngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterará. ¿Una denuncia?... ¿De qué me acusan? Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No se asuste usted. No me asusto, señor juez.
Luego se os podía ocurrir que lo mismo puede salirse del alcázar por los tejados y escondrijos que por las escaleras, y estarme yo esperando sabe Dios cuánto tiempo á que volviérais de vuestro paseo. ¡Asesino! ¡asesino! murmuró Francisco Montiño, viendo frustrado su proyecto de escapatoria. Y llamó á la puerta. Le abrió su mujer en persona. Estaba pálida y ojerosa.
Navarro debió principalmente su venturosa escapatoria, a la condescendencia o complicidad de la gente menuda, siempre venal; de modo que Salvador no se arrepintió de haber recurrido al buenazo de Pedro López, ni este se arrepintió de servirle, porque, habiendo cobrado en moneda corriente sus estipendios y el importe de todos los gastos, pudo ofrecer a la iracunda Nazaria parte del caudal que le había derrochado.
Una hora después atravesaban la brecha, cogidos del brazo, riendo de aquella escapatoria de colegiales traviesos, estrechándose el uno contra otro, turbando con besos ruidosos e insolentes el majestuoso silencio del campo.
La vieja se dolió de los malos tratos que el padre la daba, y refirió al joven la historia de todos los disgustos que con su cuñado había tenido, achacándolos al carácter díscolo y egoísta de éste: habló con enternecimiento de su difunta hermana, que había sido muy desgraciada: no se dio por entendida de la escapatoria ni de la clase de interés que su sobrina podía inspirar al joven cortesano.
Preguntada por el presidente, D.ª Josefa declaró que Obdulia hacía tiempo que perseguía a su amo y le molestaba proponiéndole la escapatoria al convento. Que el excusador había tratado en vano de disuadirla; sus esfuerzos habían sido vanos. Estaba tan resuelta a marcharse, que se hubiera ido sola si él se negaba a acompañarla. En vista de eso, su amo, aunque de malísima gana, había cedido.
El viejo alazán obtuvo el honor de que se le atribuyera la iniciativa de la aventura, viéndose gratificado con una soga, a efectos de lo que pudiera pasar. Pero a la mañana siguiente, bastante tarde ya a causa de la densa neblina, los caballos repitieron su escapatoria, atravesando otra vez el tabacal salvaje, hollando con mudos pasos el pastizal helado, salvando la tranquera abierta aún.
Una viva terrible inquietud se apoderó de su espíritu. La escapatoria le iba pareciendo una ligereza cada vez más imperdonable. Aquella muchacha, ni tenía verdadera vocación de monja, ni llevaba trazas de tenerla jamás. Era un temperamento frívolo, malicioso, arrebatado, capaz de cualquier atrocidad. ¡Qué necedad la de haber cedido a sus instancias!
Palabra del Dia
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