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Actualizado: 19 de junio de 2025


Y cuando cansada de este Carnaval brillante le he dicho ¡adiós! para venir a esta soledad como a un convento, ¡había de entregarme a un señorito de pueblo, capaz únicamente de entusiasmar a las lugareñas!... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!... Y reía con una risa cruel, con carcajadas incisivas y sardónicas que parecían penetrar en las carnes de Rafael, estremeciéndole con su frialdad.

Cuando pasaron dos o tres horas, la tristeza había crecido lo bastante para quedar señora del campo. A la caída de la tarde vino un suceso imprevisto a cambiar por completo el curso de mis emociones. Cuando regresaba a casa para comer, hallé a Paca esperándome a la puerta para entregarme una carta de Gloria. No quise abrirla delante del emisario, y traté de despedirlo lo más pronto posible.

He tenido ocasión de entregarme a mis reflexiones; tuve un gran disgusto al separarme de mi Cesarina, y ella, por su parte, lo tuvo también al verme partir. Siempre que estoy turbada y abrumada, despejo mi cabeza reflexionando. Pero jamás sabemos de cierto en este mundo cuándo obramos bien o mal: Dios lo quiere así para tenernos humillados siempre en nuestra propia desconfianza.

El Ejército, por su parte, ha demostrado hasta la saciedad que no tiene superior en el mundo; y si sufridos, heroicos é incansables son los soldados, brillante y digna de encomio es la oficialidad. Pero yo no he venido á Oriente para fungir de monigote y por lo tanto paréceme oportuno echar á un lado el incensario, para entregarme á la inefable tarea de criticar. ¿A quién, á quiénes? ¡Qué yo!

Llegué al café sano y salvo y de un humor excelente. Pero estuve un poco inquieto toda la tarde. ¡Los nervios, sin duda, los nervios! Voy a denunciarme ante el severo tribunal de la sociedad fashionable de Madrid, y entregarme con las manos atadas a su justa reprobación.

Me convencí, porque lo necesitaba mucho, de que las seguridades del médico sobre la fuerte constitución de mi padre eran enteramente sinceras y de que podía tener confianza. Y entonces se impuso a mi reflexión la idea del matrimonio en misma. Casarme; elegir un ser para entregarme a él y que sea mi dueño; dar de una vez y para toda la vida el corazón, es cosa grave...

Ese bribón mentiroso me prometió entregarme sin falta el mes pasado cien libras esterlinas. Se aprovecha de que ocupa una granja apartada y piensa que lo voy a perder de vista. Este vio que su padre tenía la intención de eludir todo pedido pecuniario motivado por la desgracia ocurrida a Relámpago.

Puedo entregarme a la justicia de este país para pagar mi crimen aquí donde lo cometí, o la justicia de mi patria, ante la cual soy responsable de otras culpas. ¿Quiere usted decirme cuál le parece el mejor partido? Roberto Vérod no contestó. ¿Qué podía aconsejarle? ¿Y con qué derecho?... El dolor lo embargaba hasta tal punto, que su criterio estaba completamente obscurecido.

Los tontos zelos de mi vecino me procuraban una ventaja de posicion con que no habia contado. Desde entonces, aunque de rato en rato se renovaba la conversación, pude entregarme á la contemplacion de las llanuras solitarias de Castilla, de una completa analogía con las de la Mancha y demás provincias de la Castilla oriental ó nueva.

Salí con la vieja, y al pasar por la muralla deteníame para ver los barcos; mas no me era posible entregarme a las delicias de aquel espectáculo, por tener que contestar a las mil preguntas de Doña Flora, que ya me tenía mareado. Durante el paseo se le unieron algunos jóvenes y señores mayores. Parecían muy encopetados, y eran las personas a la moda en Cádiz, todos muy discretos y elegantes.

Palabra del Dia

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