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Actualizado: 6 de junio de 2025


Por cierto que hubo no pocas dificultades para evitar un desahucio vergonzoso: todo se arregló con la generosa ayuda de Benina, que sacó del Monte sus economías, importantes tres mil y pico de reales, y las entregó a la señora, estableciéndose desde entonces comunidad de intereses en la adversa como en la próspera fortuna.

Núñez quedó suspenso y acortado ante aquel exabrupto, pero reponiéndose instantáneamente replicó: Porque eso, señorita, sería una insolencia. ¿Y el burlarse de los que están ausentes qué es? replicó Clara. Lo que usted quiera. Me entrego a las severas pero bellas manos de usted y sólo le pido que no me haga demasiado daño dijo Núñez con galantería un poco irónica.

Abrió los ojos, clavó la vista en el crucifijo y movió las manos hacia él. Entendióle don Sabas, púsosele entre ellas, acercóle él mismo a sus labios, se abrazó a la cruz; y con esto y un suspiro muy hondo, entregó a Dios el alma. ¡Extraña coincidencia!

El joven sacó del bolsillo interior de su ropilla una gruesa carta cuadrada, en la que fijó una mirada ansiosa, pero rápida, imperceptible, el cocinero del rey. A vos está dirigida esta carta por mi tío moribundo dijo el joven con voz conmovida , y á vos la entrego.

7 Y vino Josué, y con él todo el pueblo de guerra, contra ellos, y dio de repente sobre ellos junto a las aguas de Merom. 8 Y los entregó el SE

La devota, la enferma había tenido, antes de ser enferma y devota, una niña que se llamaba Clara, como ella, único fruto de aquel malaventurado matrimonio. Doña Clara se curó cuando lo tuvo por conveniente, y se entregó de nuevo á las cosas de la Iglesia, tomándolo tan á pechos que no había día en que no se mortificase con disciplinazos, que se oían desde la calle.

Me parece que hay en esto una contradicción singular y misteriosa, como si sintiésemos á la vez en el trabajo, el castigo y el carácter divino y paternal del juez. Jueves. Esta mañana al despertar, se me entregó una carta del viejo Laubepin. En ella me invitaba á comer, excusándose de esta gran libertad, y no haciéndome comunicación alguna relativa á mis intereses.

Y luego, besando al descarriado animal y administrándole dos nalgadas, después de cerciorarse de que no había padecido nada de fundamento en su estimable persona, le arregló la mantita, que se le había puesto por montera, y lo entregó a Nela, diciéndole: Toma, llévalo en brazos, porque estará cansado, y estas largas caminatas pueden hacerle daño.

Enseguida me entregó las dos llaves, sin consentirme la menor palabra en contra de su decisión irrevocable.

Las relaciones del año siguiente de 1502 hacen distinción de Ribadoquines San Migueles; ribadoquines con muñones; ribadoquines chicos, y aun dicen que Maestre Cristóbal, fundidor, entregó 19 ribadoquines ochavados, 14 ribadoquines redondos y moldes de pelotas para ellos. Los arcabuches ó sacabuches eran, por lo que parece, piezas de campaña, más ligeras y modernas que los ribadoquines.

Palabra del Dia

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