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Actualizado: 19 de junio de 2025


El señor canónigo que está aquí presente, y que conoce harto bien mi abolengo, podrá atestiguallo. ¿Por ventura agregó poniéndose en pie es cosa de nada un linaje que viene de Sancho de San Vicente y de doña María de la Cerda, y que cuenta con dos condestables de Castilla? Su mujer le respondió con una sonrisa, entreabriendo apenas un extremo de su boca.

Señorita Blanca, presento a usted mis más sumisas manifestaciones de respeto y admiración dijo el doctor de las Vueltas, entreabriendo su boca como un pimpollo. ¡Oh, doctor! tantas gracias contestó Blanca. Es usted la reina del baile. Lleva usted mis parabienes, Blanca...¡aaah!...¡está usted espléndida... aaah! decíale el compañero de don Bonifacio, arrullando alrededor de Blanca.

Poco después, arrodillada al borde del baño, púsose a disolver sobre el cuerpo de su señora una substancia rosada y corrediza, que desprendía almizclado perfume. La joven se estremeció de pronto, como un pez sorprendido, entreabriendo luego los labios, cual si aspirara en el ambiente un ansia diseminada; y sus ojos volvieron a mirar hacia la misma parte del muro.

Y por el monótono desierto de la vida, allá fué marchando la lenta caravana de mis melancolías. Un domingo de Agosto, de mañana, dormitaba en la cama, en mangas de camisa, con el cigarro apagado entre los labios, cuando la puerta se abrió suavemente y entreabriendo los párpados adormilados, inclinarse a mi lado una calva respetuosa.

La cual debió ser bien terrible para ella; porque apenas me hube levantado yo de la cama al día siguiente, y eso que madrugué tanto como el sol, apareció como un fantasma en mi cuarto, después de haberme pedido permiso para ello entreabriendo la puerta con mucho cuidado.

Amaneció un día con el viento al Sur, casi en calma: el cielo, sonrosado con algunas nubes aturbonadas; la bahía, como un espejo; la mar, como un lago; la temperatura, á placer; el campo, verde y fragante; las flores, meciéndose sobre los tallos; los árboles, entreabriendo sus hinchadas yemas y asomando por ellas las tiernas esmaltadas hojas, que se estremecían y se desplegaban al sentir por primera vez el calor de los rayos del sol vivificante; la sonora voz de las campanas de todos los templos, llenando de armonías el espacio; y el movimiento y la circulación, interrumpidos por la solemnidad de los días anteriores, restableciéndose bulliciosos en todas las arterias de la población.

Ladeó la cabeza, huyendo de la causticidad de su luz, y poco á poco fué entreabriendo el ojo más inmediato á la tierra, mientras conservaba cerrado el otro. Al extenderse esta visión única casi á ras del suelo, fué tal la sorpresa experimentada por él, que volvió por segunda vez á juntar sus párpados. Debía estar durmiendo aún.

Conjurado el ataque cerebral por medio de violentos revulsivos a las piernas, el médico le fué aplicando vejigatorios en diversas regiones del cuerpo. ¿Qué se le ofrecía, señorito? dijo la doncella entreabriendo la puerta. Haga usted el favor de llamar a la señorita. Al cabo de un momento, la criada entreabrió de nuevo: Que viene al instante. El joven esperó.

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