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Actualizado: 15 de octubre de 2025
Estaban ambos vestidos de terciopelo negro atrencillado con aforros de seda, y sólo sus rostros y sus manos recogían la claridad escasa de la penumbra. Un rayo de sol, turbio de corpúsculos, entraba tras una madera entreabierta, iluminando, sobre la pared del fondo, una gran tapicería que atrajo la mirada de Beatriz.
Muy distraída o muy afanada debía de andar Garuda, cuando no se mostraba en la margen de la laguna a donde Poldy iba a buscarla de diario. El indio seguía también tan invisible como Garuda. Poldy languidecía de impaciencia, e imaginaba en ocasiones que iba a marchitarse su juventud como entreabierta rosa, en cuyo seno, donde no cayó el rocío, penetran los rayos del sol en la estación estiva.
Algo impresionado, cerró el cura bruscamente la entreabierta tabaquera, en la que estaba a punto de introducir los dedos. No tienes aspecto de eso, hijita. ¡Cómo! ¿no me veis ojerosa y con mis labios pálidos? No, Reina; al contrario, tus labios están rosados y tu rostro denota una floreciente salud. Pero ¿de qué te mueres?
Un anochecer, después de la cena, el tío Correa, sentado en el suelo, contemplaba su plato de metal ya vacio, dando chupadas al mismo tiempo á un cigarro que se resistía á arder. Su camisa entreabierta dejaba á la vista la desnudez de un pecho cubierto de espesa pelambrera gris.
Unas veces permanecía firme en el corredor, como el que espera á los domésticos, fatigado por inútiles llamamientos. Otras veces le sorprendían con la cabeza asomada á la puerta entreabierta, retirándola precipitadamente. Un viejo conde italiano le dirigió al pasar una sonrisa de inteligencia y compañerismo... ¡Estaba en el secreto! Aguardaba, indudablemente, á una de las doncellas del hotel.
Avanzaba tímidamente, al amparo de la ancha faja de obscuridad que proyectaban los naranjos, casi arrastrándose, como un ladrón que teme caer en una emboscada. Salió a la avenida cerca de la plazoleta, y cuando entró en ella experimentó una impresión de sorpresa al ver la puerta entreabierta, al mismo tiempo que cerca de él sonaba un grito.
Cerró cuidadosamente la puerta que teníamos apenas entreabierta, y pasando por el interior de la casa llegamos a la puertecilla de atrás, junto a la cual estaban los caballos. En torno del pabellón había un camino destinado a los coches. ¿Tiene usted a mano el revólver? preguntó Sarto. No, quiero caer sobre ellos espada en mano repliqué. ¡Diantre!
Sus ojos claros, melancólicos y un tanto extáticos por lo general, se habían alumbrado con un fuego intenso; su boca entreabierta delataba esa seductora molicie que invade todo el organismo delicado de la mujer en las horas fugaces de la fiesta.
Debía ser sombrío su sueño, porque su entrecejo estaba fruncido, corría abundante sudor por su frente morena, y su boca sonrosada y de formas voluptuosas, levemente entreabierta, dejaba salir un sobrealiento poderoso y ronco.
La puerta estaba entreabierta, y entraron... En el cuarto de estudio, todo en su sitio: los libros sobre la mesa, un montoncito de papeles rotos sobre la carpeta... En el dormitorio, nada ni nadie: la colcha de la cama revuelta, como que el cuarto estaba sin aviar, según propia confesión de Pampa, a quien el niño había dicho que ya no hacía falta.
Palabra del Dia
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