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Actualizado: 11 de junio de 2025
Sus antecedentes, tal como él mismo los comunicó un día en la mesa, denotaban un temperamento práctico, aun en medio de sus extravagancias. Tuvo una juventud y edad madura ásperas y voluntariosas, durante las cuales había enterrado a disgustos a su esposa, y obligado a embarcarse a su hijo, experimentó de repente una decidida vocación para el claustro.
El año 1656 falleció Francisco Herrera en la córte, siendo enterrado su cadáver en el templo de san Ginés.
Luego resolvieron trasladarlo á Fuerte Sarmiento, ya que debía ser enterrado finalmente en el cementerio de dicho pueblo. Así evitaban las manifestaciones que podían surgir en la Presa si el cadáver era llevado allá. Regresaba Watson de Fuerte Sarmiento y había dejado á sus espaldas las primeras casas del pueblo, cuando se encontró con Canterac.
Al otro día se sabe que el tenor no ha llegado, y si ha llegado es chiquito, negro, bizco... ¿Está malo algún sujeto marcado? Hoy está mejor dice; se ha reído mucho conmigo; una hora he estado con él. Luego se averigua que el que tanto se ha reído estaba ya enterrado. ¿Quién es aquel botarate?
Y ¿por qué? dijo el médico, ¿por qué no hacerlo, cuando todas las fuerzas de la naturaleza demandan de tal manera la confesión de la culpa, que hasta estas hierbas negras han salido de un corazón enterrado, para que quede manifiesto un crimen que no se reveló? Eso, buen señor, no pasa de ser una fantasía vuestra.
Tiago!... ¡Vaya! ¡si chinos infieles ha enterrado usted y con misa de requiem! Cpn. Tiago había nombrado albacea y ejecutor testamentario al P. Irene, y legaba sus bienes parte á Sta. Clara, parte al Papa, al Arzobispo, á las Corporaciones religiosas, dejando veinte pesos para las matrículas de los estudiantes pobres.
Su cabeza se hundió en el barro, tragando el líquido terroso y rojizo; creyó morir, quedar enterrado en aquel lecho de fango, y al fin, con un esfuerzo poderoso, consiguió enderezarse, sacando fuera del agua sus ojos ciegos por el limo, su boca que aspiraba anhelante el viento de la noche. Apenas recobró la vista, buscó á su enemigo. Había desaparecido.
Pero el cabildo perdonó los mrs. y mandó volver la prenda, como acostumbraba, por la pobreza del monasterio. Murió á 21 de mayo el obispo D. Juan Daza, y fué enterrado en el coro viejo al lado de D. Iñigo Manrique.
Lo único que siento prosiguió éste es que nuestro amo se nos vaya de esta finca donde tanto dinero tiene enterrado cuando se concluya el palacio que está fabricando, según creo, allá en el camino de la Fuente Castellana de Madrid.
Pero si el mundo supiese que entrambos hemos amado y sufrido; que de nuestro sufrimiento y de nuestra lucha sólo hemos sacado la conciencia ilesa, comprendería nuestra mutua posición; tú has dejado enterrado tu amor en el lodazal de tu juventud; ha muerto allí sofocado, no existe para ti; yo amo a un fantasma imposible y entrambos, con el corazón vacío para ese amor ardiente, que Dios ha puesto en el alma del hombre y de la mujer, satisfechos el uno del otro, nos apoyamos mutuamente y nos amamos con un amor infinitamente más puro.
Palabra del Dia
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