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Actualizado: 11 de octubre de 2025
Aquel hombre fuerte, que no lloraba jamás en el teatro por ser cosa propia de las gentes del pueblo; aquel gentleman de frente bronceada, que había enterrado a sus padres con la impasibilidad más serena, lloró la mutilación de su bella persona, y se bañó en lágrimas de egoísmo.
¡Pobre madre!... Entre todos la hemos enterrado. DON FARRUQUI
Estaba condenado a muerte, y mientras en Madrid hojeaban por última vez los papelotes de su proceso, él se pasaba allí meses y meses enterrado en vida, pudriéndose, como animado cadáver, en aquel ataúd de argamasa, deseando, como un mal momentáneo que pondría fin a otros mayores, que llegase pronto la hora en que le apretaran el cuello, terminando todo de una vez.
6 Y tú, Pasur, y todos los moradores de tu casa iréis cautivos, y entrarás en Babilonia, y allí morirás, y allá serás enterrado, tú, y todos los que bien te quieren, a los cuales has profetizado con mentira. 7 Me sedujiste, oh SE
Puede uno perseguirlas toda la vida sin tener buen éxito nunca. Un día afirmó que la enfermera era la querida del guarda y había tenido con él un niño, a quien acababa de matar; le había ahogado con una almohada, y por la noche le había enterrado en el bosque. El sabía hasta el sitio donde el pobre niño estaba enterrado.
El duque de Arjona que supone Morales enterrado en Córdoba no murió hasta el año 1438, y el duque de Medinasidonia, de quien aqui se trata, fué mandado enterrar en la capilla mayor antigua en 1404. Falta solo saber qué se hizo del arca ó caja de madera en que yacia sepultado.
Su cadáver fue enterrado en la Iglesia de San Pedro, el día seis de Diciembre de 1427, y para sustituirle fue nombrado juez de Teruel, D. Martín de Orihuela.
Fué fundada por el obispo D. Fernando Gonzalez Deza en el año 1400, junto al muro de poniente, mas abajo de la de S. Antonio Abad, ocupando otros dos tramos de la misma nave principal, y dejando entre ambas un espacio igual. El fundador fué enterrado en ella.
Pero podía ser ama como la señora Rita». Comenzó a frecuentar la iglesia; no perdió novena, ni rogativas, ni misiones, ni rosario y siempre salía la última del templo. Los vecinos de Matalerejo habían enterrado la antigua piedad entre el carbón; eran indiferentes y tenían fama de herejes en los pueblos comarcanos.
Vuelve los ojos, y bajo una bóveda, cuajada tambien de figuras, ve un sepulcro, un cetro y una corona sobre la losa, una que otra bandera; comprende que está alli enterrado un héroe y dobla involuntariamente la rodilla. Yace dentro de aquel sepulcro S. Fernando.
Palabra del Dia
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