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Actualizado: 25 de mayo de 2025
La señora sentía deseos de salir á las horas más extraordinarias: cuando acababa de llegar de un baile, muchas veces después de haberse acostado, ó en las primeras horas de la mañana, que eran para ella lo que son las horas de profundo sueño para los demás mortales. En otras temporadas, los chófers se relevaban durante semanas enteras sin franquear la verja del palacete.
Algo había, sí; o por lo menos apariencia de haberlo. Rafael, cansado de vagar por la casa fatigado de los libros ante los cuales pasaba horas enteras volviendo hojas, sin darse cuenta de lo que decían, refugiábase en el salón donde cosía su madre, vigilando un complicado bordado de la hija de don Matías. Rafael gustaba de la mansa sencillez de aquella muchacha.
Daba sus consejos al doctor Le Bris, hablaba en italiano con el conde y la señora de Villanera y lamentaba no saber el francés para poder entablar más amplio conocimiento con Germana. Se le veía sentado delante de ella durante horas enteras, buscando una frase o mirándola sin decir nada con esa cortesía tranquila y muda que reina en todo Oriente.
He visto al anciano Giotto, discípulo á su vez del gran Cimabue, con anterioridad al cual sostengo que no existía el arte en Italia y hubo que importar artistas griegos para decorar la capilla de los Gondi de Florencia. ¡Ah, señores, esos son los grandes hombres, los bienhechores de la humanidad, cuyos nombres vivirán eternamente! ¡Qué contraste con vuestros soldados, que aspiran á la gloria asolando comarcas enteras, recorriendo la tierra á sangre y fuego!
El Capellanet, que había escuchado estos relatos, sentía por el verro un respeto admirativo. Describía las particularidades de su persona con la prolijidad del que se siente enamorado de un héroe. No era alto ni fuerte como el señor; pero era ágil, nadie le ganaba en el baile, y podía danzar horas enteras, hasta rendir a todas las muchachas de la parroquia.
Los tertulios tocaban con mucha habilidad este registro, porque era el único al cual solía responder: cuando se hablaba de sus debilidades y sus nervios, era cuando Anita se mostraba comunicativa; a veces la tertulia se pasaba horas enteras hablando de gastralgias y dispepsias o de otras enfermedades del aparato digestivo.
6 De piedras enteras edificarás el altar del SE
Al entrar en el hotel se entristeció el rostro de la señora, como si se aproximase un peligro que quería olvidar. Las dos mujeres se encerraron en sus habitaciones. Pepita pasó horas enteras con la pluma en la mano, mordiendo la punta nerviosamente, rompiendo pliegos sin que llegasen á satisfacerle las cartas que escribía.
Podía un hombre caminar horas enteras sin salir de la propiedad de un solo dueño. Aquellos campos no eran para hombres: eran extensiones que sólo podían cultivar gigantes como los que aparecían en los cuentos, labrándolas con bestias que tuviesen pies y alas. Y la soledad por todas partes: ni un pueblo, ni otras viviendas que el cortijo.
Comían mejor en casa del zapatero. La chiquillería escrofulosa que correteaba por el claustro era la que mejoraba de suerte con la enfermedad del pequeño, cada vez más débil, inmovilizado horas enteras, con una respiración casi imperceptible, sobre el regazo de la madre. Cuando murió el infeliz, toda la gente del claustro se agolpó en la casa.
Palabra del Dia
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