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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Por el contrario, mostrábase muy duro con ella; se estaba sin hablarle semanas enteras; otras veces la reprendía con acrimonia y sin motivo: la llamaba frívola y casquivana.

¡Pobre señó Fermín! decían las gentes al verle. No es ni su sombra. Había caído en un mutismo cercano a la imbecilidad. Permanecía horas enteras inmóvil, con la cabeza abatida, como si le abrumasen los recuerdos.

Ese marquesito, o lo que sea, vino aquí un día y estuvo de visita con ella un cuarto de hora. Volvió a la semana siguiente, y la encerrona fue más larga, ¿te enteras? Después siguió viniendo cada tres o cuatro días. ¡Oh, cómo se le conoce en la cara a esa berganta, cuando le espera, cuando tarda, cuando no ha de venir! eres un simple y no ves nada.

Más adelante, cuando el nieto pudo hablar sueltamente, se entretuvo conversando con él horas enteras á la sombra de los eucaliptos. Empezaba á marcarse en el viejo cierta decadencia mental. Aún no chocheaba, pero su agresividad iba tomando un carácter pueril. Hasta en las mayores expansiones de cariño se valía de la contradicción, buscando molestar á sus allegados.

Las lagartijas, las cucarachas, los ratones y muchos insectos que le eran desconocidos, acabaron por trepar sobre su cuerpo, y él, en vez de espantarlos, mantenía completa inmovilidad, a fin de observar de cerca todos sus movimientos. Pasó semanas enteras sin rezar el rosario y sin bajar a la ciudad para oír la misa del domingo y pedir provisiones, como era su costumbre.

Si hay quien lo dude, contemple la suerte de Roma, profanada por los soldados de un general de Carlos V, casi en la misma época en que sus demas caudillos anegaban en sangre á regiones enteras del Nuevo Mundo.

Hubo una serie sucesiva de años en que toda aquella historia tuvo una trágica monotonía desesperante: degüellos de poblaciones enteras, incendios y saqueos de ciudades, exterminio de sus habitantes sin perdón ni aun para niños ni ancianos, lucha incesante de los pueblos entre y contra los invasores comunes; tales son las simétricas y feroces alternativas de aquella historia.

Obligábala a salir descalza por el jardín en las mañanas más crudas para buscarle una flor, o bien la tenía con la cabeza al sol horas enteras, haciendo la guardia, para que los pájaros no picasen una planta de grosella. Hacíala dormir en el suelo al lado de su cama, y varias veces durante la noche le mandaba levantarse y bajar a la cocina por agua.

Al fin, manda enganchar el carruaje y él mismo va a buscarlo. Anda leguas y leguas, pasa en vela noches enteras, sin conseguir nunca atrapar a su hermano.

Les obligaban a pasar noches enteras haciendo pitillos de arena para que después saliesen mejor hechos los de tabaco; en el paseo no les permitían levantarse del asiento de piedra que les habían señalado de antemano; les ponían en el cepo de campaña sin motivo alguno, aunque fuese después de comer, sólo por divertirse; los que eran más débiles solían vomitar o caer desmayados...

Palabra del Dia

bagani

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