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Y como llegase á una provincia que dicen Cacha, que es de indios Canas, la cual está diez y ocho leguas de la ciudad del Cuzco, este Viracocha, como hobiese allí llamado estos indios Canas, que luego como salieron, que salieron armados, y como viesen al Viracocha, no lo conociendo, dicen que se venian á él con sus armas todos juntos á le matar, y que él, como los viese venir ansí, entendiendo á lo que venian, luego improviso hizo que cayese fuego del cielo y que viniese quemando una cordillera de un cerro hácia do los indios estaban.

El nuevo estado donde el hombre ha de vivir sin temor á la muerte, gozando del sumo Bien por quien suspira, entendiendo la suprema Verdad que busca, poseyendo una justicia perfectísima, y logrando un contento y satisfaccion, puros, capaces de llenar sus bien fundados deseos, solo se alcanza por la revelacion, que nos descubre los inefables bienes y el complemento de todas las felicidades, que Dios tiene preparadas á los Justos en su Reyno.

No, no es esto; á ver esto otro dijo hojeando más: Es, pues, esta oración una centellica que comienza el Señor á encender en el alma del verdadero amor suyo, y quiere que el alma vaya entendiendo qué cosa es este amor con regalo. Vamos, tampoco es esto. No he de encontrar hoy el pasaje. Sigamos, hermana, en nuestro rezo. Empezó formalmente el rosario.

Asisten á las escuelas por término medio de 140 á 160 niños de ambos sexos, entendiendo y hablando medianamente el español 22. Su criminalidad está representada por 5 procesados, habiendo radicados en el pueblo 2 europeos y 3 chinos. El último pueblo de este partido es Tiui. Tigbi ó Tiui. Etimología de esta palabra. Situación. Estadística. Historia. Rancherías de monteses. Sus usos y costumbres.

Aquella noche llamaron dos turcos á la puerta; la guardia les preguntó qué querían: dijéronles que les llamasen un Capitán cojo y otro que tenía las narices rajadas, que los llamaba el mayordomo del Bajá. Entendiendo que lo decían por Joan de Funes y Zayas, se los llamaron. Vino con ellos Diego de Vera.

Prorrumpieron en desentonadas risas las dos mujerzuelas, y Benina no sabía qué decirles. Entendiendo que el africano estaría enfermo, indicó que pensaba ir a San Sebastián en su busca, a lo que replicaron las otras que no había salido a pedir, y que si quería la maestra encontrarle, buscárale hacia la Arganzuela o hacia la calle del Peñón, pues en tal rumbo le habían visto ellas poco antes.

Llegó, en esto, el cautivo, que entendiendo en otra cosa hasta entonces había estado, y, viendo que todas tenían cercada a la que con él venía, y que ella a cuanto le decían callaba, dijo: -Señoras mías, esta doncella apenas entiende mi lengua, ni sabe hablar otra ninguna sino conforme a su tierra, y por esto no debe de haber respondido, ni responde, a lo que se le ha preguntado.

Desapareció la doctora, aturdida por este diálogo, del que sólo podía adivinar algunas palabras. Freya, inmóvil, con los ojos adormecidos y una rodilla entre sus manos cruzadas, se mantuvo aparte, entendiendo la conversación, pero sin intervenir en ella, como si le ofendiese el olvido en que la dejaban los dos hombres.

Del monte volvió Buda, porque pensó, después de mucho pensar, que con vivir sin comer y beber no se hacia bien a los hombres, ni con dormir en el suelo, ni con andar descalzo, sino que estaba la salvación en conocer las cuatro verdades, que dicen que la vida es toda de dolor, y que el dolor viene de desear, y que para vivir sin dolor es necesario vivir sin deseo, y que el dulce nirvana, que es la hermosura como de luz que le da al alma el desinterés, no se logra viviendo, como loco o glotón, para los gustos de lo material, y para amontonar a fuerza de odio y humillaciones el mando y la fortuna, sino entendiendo que no se ha de vivir para la vanidad, ni se ha de querer lo de otros y guardar rencor, ni se ha de dudar de la armonía del mundo o ignorar nada de él o mortificarse con la ofensa y la envidia, ni se ha de reposar hasta que el alma sea como una luz de aurora, que llena de claridad y hermosura al mundo, y llore y padezca por todo lo triste que hay en él, y se vea como médico y padre de todos los que tienen razón de dolor: es como vivir en un azul que no se acaba, con un gusto tan puro que debe ser lo que se llama gloria, y con los brazos siempre abiertos.

En la mayor parte de los casos en que el sentido comun nos dice que hay imposibilidad, son muchas las cantidades por combinar, entendiendo por cantidades todos los objetos que han de estar dispuestos de cierto modo para lograr el objeto que se desea. Por poco elevado que sea este número, el cálculo demuestra ser la probabilidad tan pequeña, que ese instinto con el cual desde luego, sin reflexionar, decimos «esto no puede ser» es admirable, por lo fundado que está en la sana razon. Pondré otro ejemplo. Suponiendo que las cantidades son en número de 100, el de las combinaciones posibles será 1