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Actualizado: 20 de junio de 2025
Nada de entrar, como debiera, en el carácter de la querellante, de hacer resaltar el trastorno crónico de su sistema nervioso, la violencia sorprendente de sus sentimientos, lo mismo el amor que el odio, la susceptibilidad enfermiza de su amor propio que parecía desprovisto de piel y en carne viva siempre; nada de buscar, en fin, el origen, el verdadero génesis de aquella acusación extraña.
En Nucha, el espectáculo producía las hondas impresiones de la luna de miel maternal, exaltadas por un temperamento nervioso y una sensibilidad ya enfermiza.
A mi ver, el fenómeno es tan curioso, que merece detención y estudio. Hannele es el título del drama de Hauptmann. Cabe interpretarle como una leyenda llena de fe religiosa ó como la expresión del pesimismo más ateo y desesperado. Parte del público entiende lo primero, pero otra parte se inclina á ver en el drama lo segundo. Hannele es una niña enfermiza y nerviosa que apenas tiene quince años.
De este modo vagaba con la imaginación, cuando llamaron a la puerta. Tiró sin levantarse de una cuerda que suspendía el pestillo, la puerta se abrió de par en par y entró un hombre. El visitante era de anchas espaldas y constitución robusta; este vigor no se reflejaba en su cara, bella aún, pero singularmente enfermiza y desfigurada por la influencia de una vida desarreglada.
Ojeda la siguió con la vista. Era alta, y su enfermiza delgadez estaba disimulada en parte por lo recio del esqueleto. Las caderas marcaban su ósea firmeza bajo una falta de dril claro.
Ojalá mis hijas tuvieran algo de la tuya. Pero mi mujer, con sus preocupaciones antiguas las tiene acobardadas y sujetas a una cantidad de tonteras que han pasado de moda. La madre de Adriana callaba. El suicidio de su marido había dejado en ella una aprensión enfermiza, y cualquier insignificancia relativa a la conducta de Adriana despertaba en su corazón el recelo y la inquietud.
Tenía veintisiete años y parecía mucho más joven, pero con una juventud enfermiza, debilitada por las heridas y los sufrimientos. Lubimoff, que odiaba la fanfarronería de los héroes jactanciosos, se sintió desconcertado primeramente y luego atraído por la sencillez de este oficial. De no conocer por don Marcos la autenticidad de sus proezas, las habría creído falsas.
Fui a ver a esas señoras, y en cuanto se presentó mi hermosa prometida, sentí una impresión de luz como el que sale en pleno día de una cueva, o de un lugar de tinieblas. La pobre Elena, enfermiza e infeliz, me causó una especie de enternecimiento al que contribuyeron el aparato fúnebre y la decoración mística que rodeaban su juventud.
Mas el uniforme, en vez de estar rematado por unos pantalones, tenía como final una falda corta sobre polainas de cuero rojo. Era la sobrina de Lewis. Había estado dos tardes en Villa-Sirena correteando por sus jardines. Miguel contempló una vez más su enfermiza delgadez, que iba tomando el aspecto miserable de la consunción.
Don José iba a El Escorial los domingos en el tren de recreo cuando Melchor quedaba en Madrid. ¡Qué feliz aquel día! ¡Diez horas con Isidora y con Riquín! Algo enturbiaba su dicha el notar en su ahijada una tristeza sombría y como enfermiza. Si hablaba de Melchor lo hacía en los términos más desfavorables para el aprovechado joven. ¡Y qué ardientes deseos tenía de volver a Madrid!
Palabra del Dia
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