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Actualizado: 14 de junio de 2025
D. Martín, a quien su alma de héroe no le quitaba de tener muchísimas ganas a la herencia del cuñado, cuya salud era endeble, arrugó las narices y murmuró groseramente: Me tiene sin cuidado. No lo creo; no puedo creerlo, D. Martín.
Aunque de apariencia endeble, su mirada imperiosa y enérgica recordaba que por sus venas corría sangre de famosos guerreros y que su hermano mellizo, el capitán Bartolomé de Berguén, era uno de los esforzados campeones ingleses que habían plantado la cruz de San Jorge sobre los muros de París.
El busto endeble erguíase con una arrogancia natural dentro del mantón; sus pobres faldas de verano se movían con cierto ritmo majestuoso, sin tocar el barro, en torno de los pies pequeños, cuidadosamente calzados, que revelaban ser la parte más atendida de su persona. ¡Viva lo bueno! gritó el borracho poniéndose en jarras . ¡Ahí va la gloria del barrio!...
Claro es que no podría con esta disposición variarse la puntería en altura, y que habían de ir los tiros rasando el agua, como dice el cronista portugués García de Resende; con todo, siendo como era corto el alcance y empleada por consiguiente la artillería sólo como preliminar del abordaje, cumpliría tal afuste con su objeto, sirviendo al disparo de la pelota de piedra, de cuyo efecto en los costados de madera habla Julio César Firrufino, y el mismo Colón dió idea en la ocasión citada precedentemente, contando cómo pasaba el proyectil la endeble obra muerta de su nao.
Entre los emigrados sanjuaninos que se dirigían a Coquimbo, iba un mayor del ejército del general Paz, dotado de esos caracteres originales que desenvuelve la vida argentina. El mayor Navarro, de una familia distinguida de San Juan, de formas diminutas y de cuerpo flexible y endeble, era célebre en el ejército por su temerario arrojo.
Cayeron al suelo ambos enemigos estrechamente unidos, logró el castellano dominar á su adversario, de cuerpo más endeble que el suyo, y posándole una rodilla en el pecho alzó el brazo armado para poner de una estocada fin al furioso combate. Pero nunca llegó á dar el golpe mortal.
Ya lo habréis notado por lo endeble y desmañado de mi estilo, por su falta de elegancia y de precisión, por su pobre ideológica y por esas fallas de sintaxis que se observan siempre en la prosa femenina por esmerada que haya sido nuestra educación. La sintaxis enseña a coordinar y unir las palabras para formar oraciones y expresar conceptos.
Era tan endeble que la mayor parte del año estaba enfermo, y su entendimiento no veía nunca claro en los senos de la ciencia, ni se apoderaba de una idea sino después de echarle muchas lazadas como si la amarrara. Usaba de su escasa memoria como de un ave de cetrería para cazar las ideas; pero el halcón se le marchaba a lo mejor, dejándole con la boca abierta y mirando al cielo.
Aviraneta meditaba, la mejilla apoyada en la mano. A cada instante se oían los pasos de los que subían por la escalera 7, y como esta era endeble y estaba tan cerca de las cabezas de los tres sujetos, parecía que se les venía la casa encima siempre que un patriota se encaramaba a los aposentos altos.
Mi hermano y yo somos personas decentes... Ya lo creo... Pues claro. Pues turbio. Somos personas decentes. Y príncipes de Asturias. Aquel trabajo es para mulos, no para criaturas. Yo quiero que mi hermano vaya a la escuela. Y al colegio. Eso es, al colegio replicó Isidora marcando sus afirmaciones con el puño sobre la endeble mesa Yo lo quiero así..., y nada más».
Palabra del Dia
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