Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de octubre de 2025
Las relaciones de Isidora con las hijas de su padrino, si cordiales al principio de la vida común, fueron enfriándose poco a poco. Isidora no disimulaba bien su idea de la inferioridad de Emilia y Leonor, ya en posición social, ya en hermosura, buen gusto y maneras de presentarse.
La juguetona Emilia fue muy desgraciada en su matrimonio. Núñez había salido un perdis. Ya lo sabía Fernanda, pero vagamente. En cartas no es fácil descender a ciertos significativos pormenores. Al principio muy bien, pero luego las malas compañías le habían echado a perder. Le dio por el juego primero, después por la bebida, últimamente por las mujeres. Esto último era lo que más sentía Emilia.
En suma: el discurso de doña Emilia Pardo Bazán, que nos da ocasión para exponer lo que hemos expuesto, no sólo es bien pensado y elegante sino consolador y optimista.
Inspirado por la desesperación, D. José tuvo una idea, ¡oh rasgo de humanidad y de amor! Se le ocurrió salir disfrazado a pedir limosna, seguro de encontrar almas generosas. No llegó esto a efectuarse porque se opuso resueltamente Isidora. ¿Pero qué harían? ¿Pedir a Emilia? De ninguna manera.
Las he visto en las regiones etéreas. ¿No entiendes? En el paraíso del Teatro Real. Sí, allá van alguna vez. Son dos chicas, Emilia y Leonor. Trabajan mucho, cosen a máquina; pero ganan tan poco... Me han cedido un cuartito con balcón a la calle. Antes no sé si lo ocupaba un señor sacerdote. Necesitan ayudarse las pobres. Son muy buenas. Mi padrino D. José es el tipo más célebre del mundo».
Pues me alegro, porque en cuanto nos vayamos al gabinete le voy a decir a usted unas cosazas gravísimas: lo que usted menos se figura. ¿Viene usted de broma? Ya verá usted cómo las gasto. A Emilia le saltaba el corazón dentro del pecho como pájaro en jaula.
Emilia le recibió con su habitual afabilidad, pero no le dijo palabra de su silencio durante el viaje, ni se quejó porque no hubiese luego ido a verla, ni le llamó olvidadizo ni descastado. Estuvo con él como si hubiesen hablado la víspera. La actitud de Julián fue la de costumbre.
Miquis solía pasar por allí, pero estaba muy poco tiempo. Como vivía enfrente, por las tardes enviaba con su criada unos papelitos que hacían reír a Isidora, a Emilia y al mismo D. José taciturno. He aquí una muestra: «R
Si tuviéramos ahora la máquina... harías camisas de hombre... ¿Camisas de hombre? Eso no me gusta. O ropa blanca de señoras... Cosa rica, cosa buena. Mejor sería... Yo pensaré. Confecciones, sombreros... ¿Qué tal? Tú tienes un gusto... Gusto sí. Consulta con Emilia. Ella te dará buenos consejos Yo lo pensaré; yo meditaré sobre esto y lo decidiré pronto. Ahora vamos a otra cosa.
Deja entrever doña Emilia que quizás convendría un dictador para alcanzar tan buen fin. Harto me pesa tener que declararlo aquí; pero no estoy muy conforme con esto de la dictadura. Me parece remedio sobradamente heroico, y que además sería en el día de hoy inoportuno y tardío.
Palabra del Dia
Otros Mirando