Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de mayo de 2025
Hay así muchos accidentes que se presume que son involuntarios; ¡quién sabe si la dicha no depende en gran parte de la voluntad de ser dichoso!... Dios la oiga, mi querida Magdalena dije, usando una expresión que no había vuelto a emplear hacía ya tres años. Pronunciando estas últimas palabras me levanté embargado de un enternecimiento que no era dueño de ocultar.
Godofredo los tomó con mano temblorosa y permaneció mudo frente a su bienhechora sin acertar a emitir una palabra de gracias, embargado enteramente por la emoción. Al fin, con voz alterada, pudo exclamar: ¡Oh, señora, cuántos beneficios la debo! ¡Si yo pudiera expresar lo que pasa por mi corazón en este momento!
¡Sí, madre del alma! ¿No nos dejó tu pobre padre muertos de hambre y con el agua al cuello, todo embargado, todo perdido? Sí, señora, sí... y eternamente yo.... Déjate de eternidades... yo no quiero palabras, quiero que sigas creyéndome a mí; yo sé lo que hago. Tú predicas, tú alucinas al mundo con tus buenas palabras y buenas formas... yo sigo mi juego.
El telón cayó entonces, y el público permaneció un segundo mudo, atónito, escuchando aún en aquel silencio que hubiera permitido oír la caída de una hoja, embargado por esa especie de pavor suavísimo que infunde en el alma el sentimiento de lo sublime.
Por las muchas deudas que contrajera el último duque de Sandoval, viejo y disipado solterón, tío del heredero, el palacio había sido embargado en la liquidación testamentaria de sus bienes. Ocurrió esto en la minoría de Pablito.
Marchó automáticamente al través de las calles, embargado por una honda tristeza que le apretaba el corazón. No era vanidoso ni había cifrado quiméricas esperanzas sobre su obra. Pero había sentido ya el aroma de la gloria; el favor del público le había hecho soñar con adquirir por medio de su arte una posición con que pudiera vivir tranquilamente con su esposa y su hijo.
Y aunque embargado todavía por el dolor de la pérdida de una joven esposa y adorando su memoria, su temperamento ardiente y exuberante le arrastró á seducir á aquella doméstica. Quedó en cinta. D. Félix, para evitarle la vergüenza envióla á Castilla facilitándole todo lo necesario. Murió allá.
Palidece y adelgaza; anda vagando de un lado a otro como una sonámbula. Alrededor de sus ojos se dibujan surcos azules que se ensanchan cada vez más alrededor de su boca se forma un pliegue que se contrae sin cesar. Martín no ve nada de eso. Todo su ser está embargado por el dolor de haber perdido su hermano.
Jugó al tresillo para no tener que hablar; hizo malas jugadas y hasta renuncios, por lo embargado que le traían sus melancólicas cavilaciones; apenas jugó una vez sin hacer puesta o recibir codillo, y perdió quinientos tantos, equivalentes a cincuenta reales. De mal humor se volvió a su casa antes que nadie se fuese. En balde procuró dormir. No pudo en toda la noche pegar los ojos.
Pero todavía antes de marcharse le pidió Godofredo otro favor: que oyese una misa por su intención. Y la bondad de ella fue tanta que le prometió oír dos, cosa que Godofredo rechazó, como es natural; pero la buena mujer se empeñó y no hubo más remedio. El joven, embargado por el agradecimiento, rompió de nuevo a llorar.
Palabra del Dia
Otros Mirando