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Actualizado: 20 de julio de 2025


¡Ahí! exclamó doña Paulita, después de concluir en voz baja un Padre nuestro; estas ideas del día ... ¡Jesús, qué sociedad! Pero todo se enmienda; y los más pecadores son los que más pronto salen de su error. Tráigala usted, don Elías, que yo confío en que esa desdichada entrará por el buen camino, y será una santa tal vez. ¿No lo fué María la Egipciaca?

13 Y alzando el manto de Elías que se le había caído, volvió, y se paró a la orilla del Jordán. 14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, hirió las aguas, y dijo: ¿Dónde está el SE

Como está una en desgracia... añadió la dama continuando la queja interrumpida, ya no se nos guardan ciertas consideraciones, y se nos desmiente cuando afirmamos una cosa. ¡Yo, señoras mías! balbució Elías. En otro tiempo dijo Salomé, respirando fuerte y acumulando en la mirada todo el desdén de su carácter, en otro tiempo no pasaba así.

No cómo me contengo dijo Paz. Ni un instante más. Se marcha usted de aquí, y vaya donde quiera. Yo que usted se alegra. Usted no desea otra cosa que andar sola por esas calles; usted ha nacido para la calle. Vamos, pronto. Y nada me importa que don Elías se oponga ó no. Lo aprobará. El sabe que interesarse por tan despreciable criatura es cosa inútil. Váyase usted pronto.

Pase usted, señor don Elías exclamó ella con su unción acostumbrada; pase usted: aquí estoy suplicando por amor de Dios á su sobrino que no le más disgustos. ¡Oh! Pero él se va arrepintiendo ya de los errores de su juventud. ¿Qué extraño es que la juventud peque, entregada á misma, sola por espinosos caminos? Le estoy recomendando la moderación, la cortesía, la prudencia.

Tres Pesetas, coge por ese brazo al señorito." Tres Pesetas puso su mano sobre el gorro de Elías y se lo tiró al suelo, dejando al aire la pelada calva del anciano. Carcajada sonora acogió este movimiento. "¡Miren que orejazas de mochuelo! añadió el guerrillero, tirándole de la derecha hasta inclinarle la cabeza sobre el hombro.

Vuelve á decirme que todo era cosa segura, que confiara en ti, que lo harías todo. ¡Ah, qué desgraciado soy! añadió con desaliento. ¡Que no encuentre yo un hombre! ¡Un hombre es lo que yo necesito, un hombre! Señor murmuró Elías, alejado del Rey como el perro que ha recibido un palo de su amo. Señor, nos han vendido!... ¡Ese sobrino mío, ese infame nos ha vendido!

En Ateca supo el incremento que tomaba el partido constitucional y el entusiasmo con que en toda la Península era mirada la Asamblea de Cádiz. Advirtamos que Elías detestaba de muerte á los constitucionales.

Las cimas que iban á dorar los rayos de la aurora, cuando las llanuras inferiores estaban todavía á obscuras, tenían que estar consagradas al dios del sol. Así, casi todas las cúspides aisladas de la Hélada llevan hoy el nombre de Elías. El profeta judío ha llegado á ser, en virtud de su nombre y por un sagrado juego de palabras, el heredero de Helios, hijo de Júpiter.

Rehaciéndose un poco, creyó que á su tío debía semejante favor, con lo cual la persona de Elías ganó momentáneamente su afecto. Pero al salir encontró á Bozmediano que le saludó con mucha cortesía, repitiéndole que estaba libre y podía retirarse á su casa.

Palabra del Dia

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