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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Le bastó una ojeada para conocer el pequeño volumen encuadernado en pasta, con una impresión gruesa y vulgar de libro devoto. Era los Ejercicios espirituales de San Ignacio, explicados por el Padre Claret, el famoso arzobispo de Trajanópolis, que tanto había influido sobre los últimos años del reinado de Isabel II. Aresti conocía el libro.
Trataba como camaradas á los oficiales de la Guardia, fumando y bebiendo lo mismo que ellos y entrometiéndose, en sus ejercicios de equitación; pero de pronto se encerraba en su palacio semanas enteras, para arrodillarse, ante los santos iconos en una crisis de misticismo, pidiendo á gritos el perdón de sus pecados.
Un inmenso espacio de tiempo era empleado por estos indios en los ejercicios de iglesia, comulgaban á menudo, y por la mas mínima falta religiosa se les azotaba á ruego de ellos mismos como por cualquier delito ordinario . El Padre Eguiluz, hablando de la semana santa, dice que todos los individuos, sin distincion de edad, se confesaban y comulgaban.
Sus pensamientos y sus sentimientos eran tan confusos que, si hubiera tratado de expresarlos, sólo hubiese podido decir que la niña le había venido en lugar de su dinero que su oro se había vuelto una criatura. Tomó las ropas de manos de Dolly y, bajo su dirección, se las puso a la niña. Esta interrumpió entonces, naturalmente, sus ejercicios gimnásticos.
La cual se vengaba cándidamente de ella llamándola señorita Capricho y poniéndole por temas, en los ejercicios de inglés y francés, algunas máximas y aforismos que le escociesen, verbigracia: "La soberbia es la lepra del alma. La niña soberbia es una leprosa de quien todos deben apartarse con horror" . "Quien no respeta a los mayores nunca llegará a ser respetado", etcétera.
En cambio concedíase importancia decisiva a las prácticas religiosas, a todos los ejercicios de piedad. Se pasaba el día orando, meditando. El alumno más apreciado no era el que mejor dijese y entendiese las lecciones, sino el que supiera pasar más horas de rodillas, o ayunase con más rigor, el más silencioso y taciturno.
Y se puso a describir detalladamente los rostros de los santos, que, desde luego, eran todos buenos y nobles. Después se levantó, dio algunas vueltas por la estancia, hizo algunos ejercicios gimnásticos y, al fin, se detuvo junto a la ventana abierta. ¡La nieve comienza ya a derretirse! dijo . ¡Me da un gusto!... ¿Qué vamos a hacer hoy, doctor? ¿Quiere usted romper el hielo del estanque?
Pero, a lo que parece, ella los desdeña a todos con extremada dulzura, procurando no hacerse ningún enemigo, y se supone que tiene llena el alma de la más ardiente devoción y que su constante pensamiento es consagrar su vida a ejercicios de caridad y de piedad religiosa.
En la antesala del refectorio varios hermanos viejos limpiaban vasos y botellas en una fuente de mármol obscuro, que arrojaba cuatro chorros de agua. Aresti, solicitado por el lego, entró en una celda de las que servían de alojamiento á los seglares durante los diez días que duraban los ejercicios. Pobrecito decía el hermano enseñándola, pero decentito y limpio.
Pero, sin dar tiempo de que se llevaran los «dedales de muñeca» a fray Anselmo o a la abadesa madame Montballon, desnudó la espada, tomó las dos copas con ambas manos, e intentó con ellas unos ejercicios como juegos malabares, dándolas muy pronto contra el suelo, donde se hicieron añicos.
Palabra del Dia
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