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Actualizado: 23 de junio de 2025
Sólo había gran copia de agua estantía en las lagunas, y algunas raíces duras y tan amargas como la hiel, y de éstas no en mucha abundancia; por esta causa perdió las esperanzas de llegar al término de su viaje, porque fuera de lo dicho, habían también con los trabajos caído enfermos no pocos de los neófitos, y los demás apenas se podían tener por la falta de alimento.
Llévaste tres tocadores, y unas ligas, de unas piernas que al mármol puro se igualan en lisas, blancas y negras. Llévaste dos mil suspiros, que, a ser de fuego, pudieran abrasar a dos mil Troyas, si dos mil Troyas hubiera. Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas. De ese Sancho, tu escudero, las entrañas sean tan tercas y tan duras, que no salga de su encanto Dulcinea.
Diga lo que quiera Augier, las desdichas, más que la prosperidad, son la piedra de toque del verdadero mérito. El peligro y la angustia compartidos pueden más que las conveniencias sociales y ponen a cada uno en su lugar. La rica americana y el joven oficial no podían menos de ganar en ese contacto con las duras realidades de la existencia.
Le pareció oir «Celinda» y «Flor de Río Negro». Poco después creyó que era esto un error de sus sentidos. «¿Qué tiene que ver se dijo mi antigua patroncita con los enredos de esta gente?» Avanzando su cabeza fuera de la esquina, alcanzaba á ver á Manos Duras y á la señora. El gaucho oía á ésta con movimientos de aprobación.
El arrugado viejo se erguía, sus mortecinos ojos brillaban como débiles pavesas; movía el cayado cual si aún estuviese pinchando á los enemigos. Luego venían los consejos: detrás del viejo bondadoso levantábase el hombre feroz, de entrañas duras, formado en una guerra sin cuartel. Hacíanse visibles sus fieros instintos, petrificados en plena juventud é insensibles al paso del tiempo.
Á duras penas habrían sido más intensos esos sentimientos, si el autor hubiese reducido á cenizas el edificio de la Aduana, apagando sus últimos rescoldos con la sangre de cierto venerable personaje, contra quien se le supone la más negra inquina.
Veía difícil que el dueño de Can Mallorquí aceptase como yerno a Pere el Ferrer. Nada malo podía decir el viejo de él; aceptaba su fama como una honra para el pueblo. La isla no sólo tenía hombres bravos en «las fieras de San Juan»; también San José podía enorgullecerse de mozos valientes que habían sufrido duras pruebas.
Pero estas negligencias se repetían tan a menudo, servían tan poco ya las miradas, que le fue preciso al marido recurrir a los pellizcos y a los pisotones; y ya la señora, que a duras penas había podido hacerse superior hasta entonces a las persecuciones de su esposo, tenía la faz encendida y los ojos llorosos. Señora, no se incomode usted por eso le dijo el que a su lado tenía.
El de los Itenes sin duda alguna es el mas lacónico, el mas dulce y eufónico de todos los idiomas americanos; todas sus palabras terminan en una vocal, y no se encuentra una sola que encierre en su composicion consonantes duras.
Manos Duras se acordó de la tarde en que había visto á la marquesa por primera vez. Este recuerdo hizo que mirase con ojos agresivos al que acababa de hablar, lo mismo que si le hubiese dirigido una injuria. Dos hombres se han peleado á muerte por esa señora; ¿y qué?... Yo también estoy dispuesto á pelar mi facón y á matarme con el primero que la insulte.
Palabra del Dia
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