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Actualizado: 21 de mayo de 2025
»¡Todo sea por Dios! Quizás esto sea lo mejor.» En los días sucesivos nada vino ya a turbar la alegría de los novios, y durante una semana pudo verse asomar a todos los labios la sonrisa, sin que la menor sombra flotase en el ambiente ni pudiese vislumbrarse que entre los cuatro corazones reunidos allí había dos amargados por la pena que allá en la soledad hacía a sus semblantes recobrar la triste expresión oculta bajo la ficción del disimulo.
Sin embargo, la señora de Maurescamp, a pesar del caos que se agitaba en su espíritu, mostrábase ante su madre y ante el público con esa frente serena e impasible que sorprende siempre en las jóvenes, recién casadas, y que atestiguan el poder del disimulo en la mujer.
Pues bien: él se presentaba para que remediase el mal causado. Siempre le había tenido por amigo y esperaba que como tal se portase... porque de no ser así... El cansancio, la turbación nerviosa de una noche de emociones, no permitieron a Fermín un largo disimulo, y la amenaza asomó a sus labios al mismo tiempo que brillaba en sus ojos.
Nada más fácil se apresuró a contestar el Príncipe; la estación no dista más que una media hora y Simón le acompañará sin duda gustosísimo. El rostro de la señora Princetot se ensombreció y a pesar de su gran fuerza de disimulo no logró encubrir su viva inquietud. ¿No podrías ir tu mismo, Princetot? objetó Miguelina. Simón está siempre tan atareado...
Rompió su caminata Salvador y se dejó caer, fatigado, en una silla, para responder: Ya acudí a don Rodrigo y estuvo en Rucanto; pero Carmen no quiso decir la verdad; ciega en la manía de sufrir, disimuló el martirio que padece en términos de engañar a su tutor; él es algo indiferente, no le gusta mucho molestarse, y se alegró de poder volverse a casa muy tranquilo, sin más diligencias.... ¡Todo el mal está en que Carmen no me quiere!
Isidora fluctuaba entre el reír y el temer. Se reía y estaba pálida. Después sintió frío. «Yo bien sé lo que pasará cuando usted llegue al fin de su camino prosiguió él . En vez de quererme entonces como ha prometido, me despreciará... ¡Será usted entonces tan superior a mí!...». La perfidia en estas palabras era tanta, que no cabía debajo de todos los pliegues del disimulo.
Y para ello decidió emplear su buena maña y sus suaves rodeos; pero como Rafaela profesaba con ardor una filosofía de la historia totalmente contraria a la del gaucho y era además una española llena del más ardiente patriotismo, siempre le faltaban la paciencia y el disimulo para no impugnar con violenta furia los asertos del gaucho, que ella juzgaba intolerables errores y desaforadas blasfemias.
Al verse sola, creyó sentirse la otra con más valor para dar un escándalo... Toda la rudeza, toda la pasión gozosa de mujer del pueblo, ardiente, sincera, ineducada, hervía en su alma, y una sugestión increíble la impulsaba a mostrarse tal como realmente era, sin disimulo hipócrita. «¡Si no volverá!...» se dijo mirando al corredor, y al decir esto su espíritu volvía sobre sí, penetrándose del sentido lógico de las cosas... «Ella es una mujer de mérito y yo he sido una perdida... Pero yo tengo razón, y perdida o no, la justicia está de mi parte... porque ella sería yo, si estuviera en mi lugar...».
Aquellas señoras iban y venían por turno de un salón a otro para dar conversación a los inoportunos y descomunales parientes. A mí no pudieron menos de ponerme en el secreto y también me enviaron con disimulo a darles un poco de conversación.
Si se había marchado, quería ver siquiera aquella casa en que ella respiró y sentarse en la misma tajuela y hablar con los que siempre había tenido por padres. Comió apresuradamente y salió con disimulo sin decir una palabra. Bajó á Villoria.
Palabra del Dia
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