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Actualizado: 6 de junio de 2025
¿Quién de entre nosotros no tiene perdida en la memoria la sensación deliciosa de una noche de luna, cuando, con el espíritu tranquilo, bajo la plácida influencia de esas horas silenciosas, se sigue el rayo de luz entre los árboles, en los campos y en los cerros, poblándolo, como el haz luminoso sobre la cuna de Betlhem bajo el místico pincel de Dürer, de visiones tenues y flotantes, de sueños y recuerdos?... ¿Cuál es aquel que, impotente para crear, no ha pedido al arte un reflejo, en el verso o en el color, encontrándolo a veces en la música, de esos diálogos íntimos entre el alma y las escenas de la noche, bajo la blanca luz de la luna?
Primero el alejamiento de su amado, luego los diálogos de balcón a balcón, y por último el peligroso encanto de aquella misteriosa proximidad, acaloraron su imaginación, haciéndola sentir mucho y pensar poco; así que, en vez de apercibirse contra la cita, no supo sino esperarla con impaciencia.
La rima masculina parece haber sido excluída, y de aquí que los versos tengan siempre siete ú once sílabas . Ninguna combinación es tan importante como ésta, ya para los diálogos apasionados, ya para la expresión lírica de los sentimientos vivos, ya para las imágenes más galanas y rápidas de la descripción. e.
De fijo lo menos afortunado en la novela de Pereda es también el carácter de la heroína. Puede decirse, sin agravio de él, que los tipos femeniles y los diálogos de amor han sido, son y serán siempre la parte más endeble de su armadura de novelista. Y aun añadiré que los huye, o los trata con frialdad y despego.
Oyéndole, se olvidaba ella de que era sólo algo más que un criado: hablándola perdía él la noción de la distancia que les separaba. Algunos de estos diálogos tomaron giro extraño. Hoy no le quitaré a Vd. tiempo. ¡Estoy más aburrida!... Voy de tiendas, a escoger un regalo para una amiga que se casa, y no sé qué comprar. Tiene diez y ocho años: fue compañera mía de colegio.
Ya no era el capitán mercante siervo del destino, confiado á su buena suerte é incapaz de repeler un ataque. Las estaciones radiográficas velaban por él á lo largo de las costas, aconsejando cambios de rumbo para evitar al enemigo en acecho. Chirriaban los aparatos sosteniendo invisibles diálogos.
Así es que CUENTOS Y DIÁLOGOS me han encantado al escribirlos y aun al leerlos y releerlos después de escritos. Ya esto es bastante triunfo, aunque el encanto de la diversión no pase de mí ni se transmita a otros.
Propuso, pues, en su corazón estar serena y fría a los halagos de D. Jaime cuando volviese; y olvidando, con este nuevo peligro, el que podía haber en los diálogos íntimos, en las disertaciones sabias y en la atención y en la emoción con que oía al P. Enrique, volvió con más ternura amistosa que nunca a buscar la conversación del Padre, a deleitarse en ella, y a dar señales inequívocas de la predilección con que le miraba.
Posábase aquí y allá, a modo de un ave inverosímil y familiar. Se hablaba de él con regocijo, pero sin espanto. El nombre de Teresa de Jesús, la religiosa andante, la garduña de almas, la pícara sublime, reaparecía con frecuencia en los diálogos.
En cuanto se acabe la casa, y ¡ojalá sea mañana! El mamarracho de mi cuñao no acaba nunca. Se conose que le va bien, y se duerme en la suerte. Yo pondré orden, Juaniyo, cuando nos casemos. Ya verás qué bien marcha too. Verás cómo me quiere tu mare. Y así continuaban sus diálogos, esperando el momento de aquella boda, de la que se hablaba en toda Sevilla.
Palabra del Dia
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