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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Yo, señor Sanjurjo, he hecho hasta ahora lo que creía de mi deber, aconsejándola, guiándola por el camino de la piedad y de la devoción... Pero desde el momento en que ella no quiere renovar los votos, yo creo que mancharía mi conciencia si contribuyese a que se la molestase poco ni mucho... Ya ve usted, sería responsable ante Dios de formar una mala religiosa.

Pepa se prestó al instante á ello, pero á Frasquito no hubo poder humano que le hiciese menear las piernas. Alegaba ignorancia; si supiese, con mucho gusto echaría un baile. En realidad desdeñaba el arte de Terpsícore: toda su devoción la consagraba á Mercurio.

Hasta que no vuelva mi madre ha de parecer como si no hubiese nadie en esta casa, sino yo y el señor Andrés. ¿Me has comprendido? Te he comprendido, y haré como lo dices contestó Rafaela. En seguida se marchó Juanita a pasar la tarde con doña Inés, según tenía por costumbre. Con gran devoción y serenidad leyó a su madrina no pocas devociones y rezos propios de la Semana Santa, en que estaban.

Trae también una vara de azucenas. Su humilde hábito franciscano está lleno de remiendos, señal inequívoca de pobreza. Es su semblante juvenil, pálido, ardoroso, calenturiento, porque la devoción le inflama, y sublime, místico amor le espiritualiza.

El único ser que tiene para ella amistosa y desinteresada devoción es un pobrecito jorobado, desvalido y casi inútil.

Nosotros quisiéramos que sepais todos el español y que lo pronuncieis bien para que no nos rompais los tímpanos con vuestros giros y vuestras pés, pero primero la obligacion y despues la devocion; cumplid antes con vuestros estudios y aprended despues el castellano y meteos á escribidores si os da la gana...

Con un entusiasmo que tenía sus remolinos que atraían las voluntades, Ana se consagró a la piedad activa, a las obras de caridad, a la enseñanza, a la propaganda, a las prácticas de la devoción complicada y bizantina, que era la que predominaba en Vetusta.

Representaban unos á los Reyes de España, y otros eran de asuntos de devoción; pusiéronse faroles encerados y canceles ricos claveteados de tachuelas de latón doradas, colgaduras de terciopelo y tapicerias, invirtiéndose en el adorno de los aposentos siete bufetes, un escritorio, doce sillas de terciopelo bordadas, veinticuatro que no lo estaban, seis taburetes, «quatro payses» un sahumador y dos alfombras grandes.

¡Usted está enferma y ha salido usted de su cuarto á esta hora! Eso no es bueno, señora. Se va usted á poner peor. Es verdad, estoy enferma dijo ella acercándoseenferma para siempre! ¡Enferma para siempre! Usted padece, y es, sin duda, por efecto de su excesiva devoción. Usted aspira al cielo: ¿á qué otra cosa podía aspirar un alma tan bella?

Esa languidez, ese quebranto de la voluntad, esa ternura enfermiza, nada tienen que hacer con la caridad, con la devoción y con el amor divino. Aquello es atributo de menos que mujeres: éstas son pasiones, si pasiones pueden llamarse, de más que hombres, de ángeles.

Palabra del Dia

hociquea

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