Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 2 de octubre de 2025


¡Virgen Santísima! repetía Presentación . ¡Y esas niñas no parecen!... Vámonos al punto de aquí. Allí sale el Sr. Ostolaza... Me va a conocer. Marchamos por la calle de San José para tomar la del Jardinillo: pero no nos fue posible esquivar las miradas y la persecución del Sr. Ostolaza, que llamándonos desde lejos nos obligó a detenernos.

Dominaba en el testero de la Sala de Juntas el tesorero general del pretendiente, don Matías Jarana, porque en tiempos de apuro el que tiene el dinero es el empleado principal; el cual, si no era gran tesorero era gran canónigo. Dicho esto, me parece excusado detenernos mucho en describirle; estamos seguros de que el inteligente lector se lo habrá figurado ya tal como era.

Una vez se le decía, al pasar junto a una choza miserable y solitaria: Es preciso que haga usted una visita a la persona que vive ahí. ¡Pero si no la conozco, hombres de Dios, ni aunque la conociera valdría el trabajo de detenernos! observaba don Simón, con repugnancia. Déjese usted de remilgos, don Simón, y considere que esta choza, entre padres, hijos y allegados, vale más de cinco votos.

Debemos detenernos, pues, en la exposición y estudio de este rasgo nacional, porque, sin conocerlo bien, hemos de extrañar sobremanera algunas particularidades de estos dramas, y no podremos apreciar en su valor los principios morales, extraños y opuestos con mucha frecuencia á nuestras ideas, que dominaban entonces en España.

Capítulo sesto y último. La Sierra y la Campiña. Si hubiéramos de detenernos en describir todo lo bueno que la provincia de Córdoba debe á la naturaleza, sería interminable nuestra tarea, pues siendo la Andalucía el vergel de España, Córdoba es, ó debiera ser al menos, el vergel de Andalucía.

Resolvímos detenernos allí, dejando partir el vapor que á las ocho de la tarde seguia en direccion á Zuric, y esperamos la siguiente mañana para visitar las curiosidades de Horgen.

Pasamos sin detenernos, entramos en las gargantas y pronto costeamos el Funza, que como el hilo de la virgen griega, nos guía por entre aquel laberinto de rocas, piedras sueltas ciclópeas, desfiladeros y riscos. El río Funza o Bogotá se forma en la sabana del mismo nombre de las vertientes de las montañas, y toma pronto caudal con la infinidad de afluentes que arrojan en él sus aguas.

Dimos la primera vuelta, pasando por el sitio donde había zozobrado la lancha, y recogimos dos náufragos; luego volvimos a dar otra vuelta y pudimos salvar otro; a la tercera vuelta, no encontramos a nadie. Faltaban Agapito, el novio de Genoveva, y tres muchachos más. Nuestros remeros estaban rendidos. Nos acercamos a las puntas, y el atalayero con la bocina nos mandó detenernos.

Una circunstancia casual nos impidió detenernos en Colonia durante el tiempo que hubiéramos deseado. Apénas pudimos darle un golpe de vista durante cinco ó seis horas, visitando los objetos mas interesantes. Me limitaré, pues, á muy breves reminiscencias respecto de esa ciudad.

Con esto que pensó Sancho Panza quedó sosegado su espíritu, y tuvo por bien acabado su negocio, y deteniéndose allí hasta la tarde, por dar lugar a que don Quijote pensase que le había tenido para ir y volver del Toboso; y sucedióle todo tan bien que, cuando se levantó para subir en el rucio, vio que del Toboso hacia donde él estaba venían tres labradoras sobre tres pollinos, o pollinas, que el autor no lo declara, aunque más se puede creer que eran borricas, por ser ordinaria caballería de las aldeanas; pero, como no va mucho en esto, no hay para qué detenernos en averiguarlo.

Palabra del Dia

aprietes

Otros Mirando