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Actualizado: 10 de octubre de 2025
Su gran temor era que Pepe llegara a ponerse blusa para trabajar, como si en este detalle fuese envuelta toda la ruina de la casa. Transigía con la pobreza, con la miseria, con todo; pero a lo vergonzante, no enterando al prójimo de humillaciones que no le importaban. La mayor pesadumbre fue para don José.
Y él, convencido de su éxito, se empequeñecía, se humillaba ante el oficiante, como un simple acólito, mirando algunas veces al público con el rabillo del ojo para que no perdiese ni el más pequeño detalle de su religiosa abnegación.
Y prestó dinero á Barret, con el insignificante detalle de exigirle una firma los negocios son negocios al pie de cierto papel en el que se hablaba de interés, de acumulación de réditos, de responsabilidad de la deuda, mencionando para esto último los muebles, las herramientas, todo cuanto poseía el labrador en su barraca, incluso los animales del corral.
Los encargados de hacer el inventario han podido adivinar que era usted un gentleman porque tiene la piel fina y limpia, aunque para nosotros siempre resulta horrible por sus manchas de diversos colores y los profundos agujeros de sus poros. Pero este detalle, para un sabio, carece de importancia.
Al principio no vió nada; pero lentamente, empujado por la curiosidad de los que estaban detrás de él, fué abriéndose paso entre los cuerpos sudorosos y apretados, hasta verse en primera fila. Algunos espectadores estaban sentados en el suelo, con la mandíbula apoyada en ambas manos, la nariz sobre el borde de la mesilla y la vista fija en los jugadores, para no perder detalle del famoso suceso.
Y ¿quiénes son esas parientas, papá? Pues la hermana y su hija del marido de tu tía Lucrecia. No veo el parentesco. Ni yo tampoco... ni ellas mismas le verán, porque no existe; pero desean aparentarle. Buen provecho les haga, ¿no es verdad? Se me olvidó ese detalle en mi carta, y ahora le recuerdo. La madre no llega a tanto.
Que estuviera yo lejos de creer que se mataba de dolor, absolutamente no. Pero él no era hombre capaz de sacrificar a nadie a su egoísta felicidad, y por eso nos dejaba libre a mí y a ella. Además, sus pulmones no daban más... era cuestión de tiempo. Que hiciera feliz a María, como él hubiera deseado..., etc. Y dos o tres frases más. Inútil que le cuente en detalle mi turbación de esos días.
Porque, contra lo que publicaba la fama, y aun contra mucho de lo que ella misma juzgaba de su propio carácter, había en el fondo de éste, cuando se trataba de recrear un poco el espíritu, cierta oculta preferencia por el examen íntimo de las cosas, entre éste y el conocimiento de ellas por medio de las impresiones súbitas, como si la cautivara más el detalle que el conjunto.
Después tuvo esto por un disparate y se fijó en una amiga suya, casada con Moreno Vallejo, tendero de novedades de muy reducido capital. Dicha señora gastaba un lujo estrepitoso, dando mucho que hablar. Había, pues, un amante. A Jacinta se le puso en la cabeza que este era el Delfín, y andaba desalada tras una palabra, un acento, un detalle cualquiera que se lo confirmase.
De pronto un joven ha aparecido en un portal. ¿Necesitaré describir este joven? Es alto; va vestido de negro; lleva una cadenita de oro, en alongados eslabones, que refulge en la negrura, como otra idéntica que lleva el consejero Corral, pintado por Velázquez. Es posible que Orsi no conozca este cuadro de Velázquez, y, por lo tanto, no haya advertido dicho detalle.
Palabra del Dia
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