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Actualizado: 10 de octubre de 2025
No había profesor que dejase de levantar sobre la base de un simple detalle su volumen enorme, escrito de un modo torpe y confuso. Esto era su primo para él: un Sitzfleisch haben. El doctor von Hartrott, al explicar su visita, habló en español.
Augusto prosiguió el conde, dirigiéndose al joven, que acababa de entrar con el manuscrito, siéntese usted y lea: le escuchamos. Obedeció Augusto, tomando asiento en el acto, y cuando todos nos hubimos acomodado bien para ser, como suele decirse, todo oídos y no perder detalle del relato, el joven comenzó así su lectura:
Y se va corriendo hacia el foso y baja las escaleras a saltitos. Llega al foso, y efectivamente no hay verja. Lo que hay es una empalizada de un huerto. Esto le contraría un poco al viejo; pero en fin acuerdan poner la empalizada. La realidad escénica padecerá con este detalle; pero, después de todo, si se piensa bien, puede haber jardines que tengan empalizadas.
Las fisonomías nuevas, la seguridad de que nadie nos espera, el nuevo modo de hablar con que satisfacen nuestras preguntas, todas las diferencias de detalle que siempre se observan en un pueblo que uno visita por vez primera, nos sirven de ocasion para estudios aménos, nos prestan asunto para observaciones, nos distraen y entretienen agradablemente.
Entretanto, Agapo no se mueve de este sitio, hasta que la señora de mantón, que a él se le ha antojado ser doña Casilda Vargas, salga de enfrente y pueda confirmarlo o no... Pues, hijo, salió y era, sin sombra de duda... Te diré a qué hora ocurrió el extraordinario suceso: a las cinco, sí, de cuatro y media a cinco... ¡ah! un detalle: la señora salió muy agitada, y se estuvo un segundo en la orilla de la acera pensativa, y cuando se decidió a marcharse, hizo ademán de secar los ojos o de pasar la mano por la frente, con disgusto o despecho, digo yo... ¿a que se han tirado de los pelos? claro, era de presumir.
¿Y no han dicho los niños si habían visto cerca de él a alguna persona? Sí, señorita; detrás de él dijeron que iba un hombre cojo con americana clara y sombrero ancho. ¿No han dado ustedes ese detalle a los guardas? Sí, señorita. Carlota meditó un instante en silencio. Y el hombre ese ¿no se había acercado antes al niño? No lo hemos visto, ni los demás niños tampoco.
No hallaba en el nuevo un solo detalle con que orientarme para reconstruir el que se había borrado en pocas horas. Arboledas, senderos, cañadas, todo había desaparecido, o debajo de la nieve, o por los engaños de la luz sin claro-obscuro; cielo, montes, valles... todo era lo mismo, a modo de descomunal cantera de sal refinada o de cal viva, en cuyo fondo estuviera yo.
Pero, mi querido lector, ahora me acuerdo que, al hablar del palacio de Luxemburgo, he omitido un detalle que pertenece á estos apuntes. Cerca de aquel palacio, se ve un edificio algo sombrío, casi oscuro; una casa que parece un castillo feudal, cuyo nombre le cuadra perfectamente, no tanto por lo negruzco de sus piedras, como por lo que tiene de misterioso, de galante y de aventurero.
Venían por el arco que da a la Plaza Mayor: doña Manuela, agitada, llevando alguna delantera a sus hijos y con el picaporte en la mano; Tirso, de hábitos y recientemente afeitado, detalle de aseo raro en él; Leocadia lucía puesta la mejor ropa que le quedaba, y a falta de primores en el traje, se había hecho un peinado muy llamativo. Pepe se adelantó al encuentro de su madre.
Los vecinos del barrio lo esperan en sus fronteras, y una vez en ellas, lo llevan á una casa perfectamente adornada, en la que se nota un especial detalle. El indio duerme en el suelo, pues bien, al Juez mayor se le prepara en alto una cama, en cuyo adorno emplean las dalagas del barrio gran esmero.
Palabra del Dia
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