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Actualizado: 28 de julio de 2025


Señor D. Paco, señor preceptor, ¿por qué tiene usted destrozada la ropa?... ¡Pues y ese gran cardenal en el carrillo...? ¿Ha estado usted quitando telarañas con la peluca?

Sin alterarse luego, hizo con pausa mil añicos de la carta, incluso del sobre; después estuvo a punto de echar los añicos en el cesto que tenía al lado para los papeles rotos; y al cabo, como reflexionándolo mejor, y como temiendo que la carta destrozada pudiera juntarse y recomponerse, se alzó don Braulio de su asiento, se dirigió a la chimenea que ardía en un lado de la sala, y arrojó con cuidado en la llama todos aquellos pedacitos de papel.

Yo puse cuidado en todo, y eché la primera loa en el lugar; era de una nave de lo que son todas que venía destrozada y sin provisión; decía lo de: "Este es el puerto"; llamaba a la gente senado; pedía perdón de las faltas y silencio, y éntreme. Hubo un vítor de rezado, y al fin parecí bien en el teatro.

15 Y derramaré mi ira sobre Pelusio, fortaleza de Egipto, y talaré la multitud de No. 16 Y pondré fuego a Egipto; Pelusio tendrá gran dolor, y No será destrozada, y Menfis tendrá continuas angustias. 17 Los jóvenes de Heliópolis y de Pubásti caerán a cuchillo; y ellas irán en cautiverio.

En cuanto a la herencia paterna, ya le dije lo que creí cuando vi a su hijo. Respecto a la madre, hay allí un pulmón que no sopla bien. No veo nada más, pero hay un soplo un poco rudo. Hágala examinar bien. Con el alma destrozada de remordimiento, Mazzini redobló su amor a su hijo, el pequeño idiota que pagaba los excesos del abuelo.

Antes de llegar a Urbia, a un lado y a otro, se veían casas de campo derrumbadas, fachadas con las ventanas tapiadas y rellenas de paja, árboles con las ramas rotas, zanjas y parapetos por todas partes. Martín entró en Urbia. La casa de Catalina estaba destrozada; con los techos atravesados por las granadas, las puertas y ventanas cerradas herméticamente.

Nadie conocía á Margarita. Todos los días llegaba el tren con un nuevo cargamento de carne destrozada, pero el hermano no estaba entre los heridos. Una religiosa, creyendo que iba en busca de alguien de su familia, se apiadó de él, ayudándole con sus indicaciones. Debía ir á Lourdes: eran allí muy numerosos los heridos y las enfermeras laicas.

Roberto le lanzó una mirada tímida, desesperada, como un niño. Luego se inclinó hacia el cadáver, lo levantó y lo puso en la cama rechazando con el pie la parihuela destrozada. En seguida se sentó junto a ella, a la cabecera, y maquinalmente enrollaba en su dedo índice un mechón de la suelta cabellera. El viejo comenzó a temer por la razón de su hijo. Roberto dijo acercándose a él.

La cascada de los Peregrinos es determinada por un torrente que, descendiendo á saltos y casi perpendicularmente por entre las fracturas del cerro, recoge sus aguas en una especie de taza granítica, en el fondo de una rambla profunda, destrozada y sombría, y se lanza luego en semicírculo á una hondura de 50 metros, escondiendo su hermoso chorro entre una vegetacion enteramente agreste.

Hay cosas que nosotras no podemos decir; pero yo las digo, porque me siento destrozada interiormente. Ha llegado para el momento de dejar una ficción que me mata; yo no fingir.

Palabra del Dia

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