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Actualizado: 8 de junio de 2025


Al fin y al cabo, ¿no era justo que aquellos a quienes sus medios se lo permitían fueran en ayuda de aquel hombre? ¿No había criado una huérfana y no había sido para ella un verdadero padre? Además, habiendo sido despojado de su dinero, no poseía más que lo que ganaba con su trabajo cada semana, y además era una época en que el tejido estaba decayendo, porque se hilaba el lino cada vez menos.

Los sucesos de la pasquinada y la prision habían despojado al joven de todos sus atractivos. ¿A quién se le ocurre buscar el peligro, desear participar de la suerte de sus compañeros, presentarse, cuando todo el mundo se escondía y rechazaba toda complicidad?

También ahora tiene los ojos abiertos sobre la cabeza gentil de Carmen; pero la niña no juega ni borda en el salón; está en el jardín, hundiendo distraídamente la contera de su sombrilla en las hojas secas amontonadas por los senderos. El ábrego ha saltado brioso al amanecer, y ha despojado a los árboles de sus últimas galas, ya mustias.

Mas el capitán, que era el que había despojado a mi querida Zoraida, dijo que él se contentaba con la presa que tenía, y que no quería tocar en ningún puerto de España, sino pasar el estrecho de Gibraltar de noche, o como pudiese, y irse a la Rochela, de donde había salido; y así, tomaron por acuerdo de darnos el esquife de su navío, y todo lo necesario para la corta navegación que nos quedaba, como lo hicieron otra día, ya a vista de tierra de España, con la cual vista, todas nuestras pesadumbres y pobrezas se nos olvidaron de todo punto, como si no hubieran pasado por nosotros: tanto es el gusto de alcanzar la libertad perdida.

Cómo me atraen y persuaden dentro de ese jardín, y luego me arrojan de él, cuando han henchido mi corazón y se va su sangre derritiendo en agua. ¡Ese pedazo de tierra es para el «huerto de las olivas!» ¡Dios mío! ¡Este fue para , el jardín delicioso que Salomón describe en su cantos; y hoy, desierto y despojado de atractivos, sirve para que en él pueda recordar mejor la muerte, con el pensamiento puesto en el Salvador del mundo, a quien me figuro con el cáliz de la amargura en la mano preparándose a desprenderse de este mundo impulsado por su divina gracia! ¡Y cuánto adoro yo a este huertecito!

Huberto Martholl caminaba pensativo al lado de María Teresa, a quien había despojado de su raqueta y de su abrigo. Al llegar a la playa quedaron deslumbrados por un fulgor dorado. El sol se sumergía en las aguas como triunfador, en una decoración de púrpura y oro. María Teresa se sentó sobre una piedra. Era su hora favorita.

-Bien está eso -dijo don Quijote-, pero yo lo que ahora conviene que se haga. Y, llamando a todos los galeotes, que andaban alborotados y habían despojado al comisario hasta dejarle en cueros, se le pusieron todos a la redonda para ver lo que les mandaba, y así les dijo: -De gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben, y uno de los pecados que más a Dios ofende es la ingratitud.

Un Diego Gomez, hombre marinero, Con su pretension mala le traía Al pobre de D. Diego al retortero; El Cabildo en aquesto le elegia, En el lugar que estaba de primero, Zurita, que á los Charcas habia ido: Pues veis Gobernador D. Diego alzado, Y el propio del gobierno despojado.

Y habiéndole muerto, sus subditos, aunque cercados, rompieron á fuerza los escuadrones del enemigo, y se pusieron en salvo, quedando muerto uno, si no me engaño, y otro herido: arrojaron el cuerpo ya despojado de todo, y como algunos dicen, lo quemaron con pólvora, mientras aun estaba espirando, y lo martirizaron de otras maneras.

, señor, anda... ¡Será el Magistral, el ladrón, el rapavelas, el que me ha despojado... y vendrá a burlarse... oh, si yo me levanto!... ¿pero usted qué hace que no les balda a palos? Fuera de mi casa.... La justicia... ¿ya no hay justicia? ¿no hay justicia para los pobres? Tranquilícese usted, que no es el Magistral.

Palabra del Dia

cacatúa

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