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Actualizado: 22 de noviembre de 2025
¡Ah! exclamó el bufón, como un hombre que despierta ; pensaba. ¿Y qué pensábais? ¡Qué sé yo! era uno de esos pensamientos, que piensan en nosotros. Metafísico estáis. Y que nosotros no pensamos en ellos. Continuad. Que se vienen... y que se van... Una idea eterna... Eso es... Un combate... No, un tirano... Téngoos lástima... ¡Ah! El tío Manolillo tiene unas cosas muy singulares dijo Dorotea.
Veía las cosas, las tocaba, preguntaba, y aun respondía como cediendo a una fuerza mecánica. No estaba segura de hallarse despierta, ni de que fuese realidad lo que le pasaba; iba y venía medio ciega, mareada, con algo en el cerebro, entre jaqueca y manía, sorprendiéndose de ver cómo brillaban instantáneas, sobre la densa lobreguez de su pena, algunos relámpagos de alegría.
ELECTRA. Sí... mi madre se me aparecía. EVARISTA. En sueños, naturalmente. ELECTRA. No, no: estando yo tan despierta como estoy ahora. EVARISTA. Electra, mira lo que dices... ELECTRA. Cuando estaba yo muy triste, muy solita o enferma; cuando alguien me lastimaba dándome a entender mi desairada situación en el mundo, venía mi madre a consolarme.
Así como la gloria de la imperceptible Grecia sobrepuja en brillo á la de todos los imperios de Oriente, así el Olimpo, la más alta y bella de las montañas sagradas de los helenos, ha llegado á ser en la imaginación de los pueblos el monte por excelencia: ninguna cima, ni la del Meru, ni las del Elburs, el Ararat ó el Líbano, despierta en el espíritu humano tantos recuerdos de grandeza y de majestad.
En ocasiones, cuando una llama más viva se despierta sobre los carbones, el círculo luminoso ensancha sus dominios y arroja vivos reflejos á las paredes. Entonces, entre los vacilantes rayos de la llama, percíbense los contornos severos de los sillones arrimados al muro. Tal como aparecen, correctos, graves, inmóviles, semejan un congreso constituído en sesión permanente.
Sólo la mente, mejor que los oídos, escuchaba un rumor solemne, una música grave y melodiosa, como el himno que las esferas entonan sin cesar al Eterno. Poco á poco fué entrando el vértigo en el alma de Laura. Un deliquio voluptuoso, dulcísimo, se apoderó de sus sentidos, dejando despierta tan sólo la fantasía; y empezó á soñar.
Los contratistas, los capataces, los químicos, toda la gente que formaba la clase sedentaria de las minas, admiraba á Aresti, poniendo en su adoración algo del asombro que despierta en el vulgo el desprecio á las riquezas materiales. Le gusta vivir con nosotros decían con orgullo.
¿Qué es esto? dijo don Juan , ¿nos habremos equivocado de puerta ó se habrá arrepentido doña Clara? No; sino que aquí también hace sueño, ¡ya se ve! ¡es tan tarde! Y Quevedo bostezó y llamó por segunda vez. ¿Quién llama? dijo tras el postigo una soñolienta voz de mujer. ¿No os lo dije? dormían contestó Quevedo ; ¿pero qué hacéis que no contestáis? ¿Quién es? dijo la voz de adentro más despierta.
Se llevó las manos a los ojos y rompió a llorar con vagidos de cordero abandonado, como un niño que despierta en las tinieblas y siente el vacío en torno suyo, sin que sus manos temblonas tropiecen con el calor del pecho maternal. El mismo día de la nevada, un nuevo infortunio conmovió dolorosamente a Isidro. Al volver a su casa pudo comer.
Toda la noche soñó despierta con don Juan, experimentando dulzura inefable ante la idea de que él compartiese el sentimiento que había inspirado. El monólogo fue muy largo, e innumerables las ideas que mientras duró se encadenaron y sucedieron, quedando al término de todas evidenciada la existencia de un grave peligro para Cristeta.
Palabra del Dia
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