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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Margarita le miró con ojos asombrados, como si despertase. Era verdad; ¿y el otro?... Enardecida por su sacrificio, que representaba una expiación, había olvidado al hombre que tenía delante. ¡! dijo tras de una larga pausa ; debes dejarme... La vida no es como la habíamos concebido. Sin la guerra, tal vez hubiésemos realizado nuestros ensueños, pero ¡ahora!... Fíjate bien.

Cual si a aquella voz vibrante se despertase la memoria del desdichado hijo, volvió pies atrás, fue derecho a Lucía, y sin pronunciar palabra cogiole las dos manos, y las prensó entre las suyas, con enérgico y mudo apretón. Así se estuvieron breves segundos sin acertar a decirse una frase de despedida.

Aquí, ayudaban a descargar un carro; más allá, abrían la portezuela de un carruaje; pedían a todos, y las manos caritativas daban y daban, como si la tosquedad del trabajador manual despertase mayor compasión.

El doctor, como si despertase de un sueño, alzó la cabeza al oír esta queja del joven y repuso: No pienses en escribirme, Amaury, pues te prevengo que no habré de admitir ninguna carta. ¡Ya lo están viendo ustedes! exclamó Leoville. Nadie te priva de escribir a Antoñita, ni nadie le prohíbe contestarte. Puedes, pues, dirigirte a ella.

Si usted comprendiera mi felicidad pasada, cuando bañado por el sol de la alegría y dormido suavemente sobre risueñas ilusiones esperaba que mi alma despertase al rumor de una pasión embriagadora que iluminase mi espíritu y lo encendiese en placeres celestiales; si usted alcanzara ahora toda la fuerza de mi desgracia, quizá no fuese tan cruel conmigo. Yo conocía el amor por las novelas.

Y, puesto caso que durmiese y no despertase, en vano sería mi canto si duerme y no despierta para oírle este nuevo Eneas, que ha llegado a mis regiones para dejarme escarnida.

Detúvose, un momento lleno de confusión y al cabo llamó dando un golpe. ¿Quién está ahí? preguntó la mujer como si despertase sobresaltada. Soy yo, Pepa. ¿Quién es? volvió á preguntar como si no le reconociese. Soy yo, Nolo. Perdona, Nolo, pero ya estoy en la cama. ¿No acabas de decirme que volviese en seguida? Pues ya estoy aquí... ¡Abre! profirió el mozo irritado.

Preguntéle al renegado lo que con ella había pasado, el cual me lo contó, a quien yo dije que en ninguna cosa se había de hacer más de lo que Zoraida quisiese; la cual ya que volvía cargada con un cofrecillo lleno de escudos de oro, tantos, que apenas lo podía sustentar, quiso la mala suerte que su padre despertase en el ínterin y sintiese el ruido que andaba en el jardín; y, asomándose a la ventana, luego conoció que todos los que en él estaban eran cristianos; y, dando muchas, grandes y desaforadas voces, comenzó a decir en arábigo: ¡Cristianos, cristianos! ¡Ladrones, ladrones!; por los cuales gritos nos vimos todos puestos en grandísima y temerosa confusión.

No quiso Lotario, y allí se quedó dormido hasta que volvió Anselmo, el cual, como halló a Camila en su aposento y a Lotario durmiendo, creyó que, como se había tardado tanto, ya habrían tenido los dos lugar para hablar, y aun para dormir, y no vio la hora en que Lotario despertase, para volverse con él fuera y preguntarle de su ventura. »Todo le sucedió como él quiso: Lotario despertó, y luego salieron los dos de casa, y así, le preguntó lo que deseaba, y le respondió Lotario que no le había parecido ser bien que la primera vez se descubriese del todo; y así, no había hecho otra cosa que alabar a Camila de hermosa, diciéndole que en toda la ciudad no se trataba de otra cosa que de su hermosura y discreción, y que éste le había parecido buen principio para entrar ganando la voluntad, y disponiéndola a que otra vez le escuchase con gusto, usando en esto del artificio que el demonio usa cuando quiere engañar a alguno que está puesto en atalaya de mirar por : que se transforma en ángel de luz, siéndolo él de tinieblas, y, poniéndole delante apariencias buenas, al cabo descubre quién es y sale con su intención, si a los principios no es descubierto su engaño.

Estimado por su coronel y por sus oficiales, había ya ascendido dos veces seguidas con una rapidez insólita en el servicio, pero sin que despertase la menor envidia en sus camaradas, que hacían sincera justicia a sus condiciones. En fin, la mayor parte de sus superiores se habían acostumbrado por anticipado a mirarle como a un igual.

Palabra del Dia

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