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Actualizado: 25 de julio de 2025
Ardientes besos en los labios juegan, de una madre en el seno al despertar, buscan los brazos a ceñir el cuello, y los ojos sonríense al mirar. Dulce es la muerte por la propia patria donde es amigo cuanto alumbra el sol; muerte es la brisa para quien no tiene una patria, una madre y un amor.
Un templo es la casa de Dios, destinado á despertar en nuestro espíritu la emocion religiosa. Donde no hallo la emocion religiosa, no hallo el templo, y la Magdalena, ese precioso y espléndido alcázar, no despierta en mi alma aquella emocion casi divina.
Momaren, aislado en su palacio, no era accesible á las averiguaciones de los periodistas.... Pero al día siguiente todo este misterio iba á desvanecerse, como ocurre en los grandes sucesos que interesan al público. Sin embargo, al despertar ocho horas después los habitantes de la ciudad, ni uno solo se acordó del poeta célebre ni del Padre de los Maestros.
6 Y dijo: Poco es que tú me seas siervo para despertar las tribus de Jacob, y para que restituyas los asolamientos de Israel; también te di por luz de los gentiles, para que seas mi salud hasta lo postrero de la tierra.
Y como con el despertar de los sentimientos la memoria también se despertaba, comenzó a meditar sobre los elementos de la antigua fe y a mezclarlos a sus nuevas impresiones, hasta recobrar la conciencia de una relación entre el pasado y el presente.
Lo primero que él hizo al despertar fue ver si le habían quitado su tesoro, y como extrañase no hallar el puñal, díjole su mujer: «El puñal lo he guardado yo... Es monísimo. Descuida, que no lo perderé. ¿Tienes o no confianza en mí?
Pobre María Rosario! Horas de agonía. Las seis de la tarde del cinco de Agosto. ¡Una pulgada de descenso! Salida de la luna. Esperanzas Fúnebres fechas. El Malespina. Cuatro días sin comer. La voz de ¡orza! fué la salutación que recibió mi despertar el día 4. Parece que orzamos, ¡eh! le dije con tono malicioso al Padre Recoleto, compañero de camarote.
Permite que á tus ojos ponga venda, Y que en el fondo de tu mente encienda La antorcha de la fé, Para que pueda ver tu inteligencia Los mundos que se ocultan á la ciencia, Y lo que el hombre al despertar no ve.
Al despertar, su decaimiento era tan grande como si acabara de ganar treinta batallas y de recorrer a caballo sin descanso toda Navarra. Ardiente fiebre le consumía, y la inercia de la mitad de su cuerpo era casi absoluta. Salvador tenía ya dispuesto todo lo necesario para llevárselo.
Sólo sonaban los pasos de Maltrana haciendo crujir la arena, y este ruido le parecía tan grande, tan agigantado por el silencio, que podía despertar a los guardas a muchas leguas de distancia. De vez en cuando la selva agitábase con ondulaciones ruidosas. Una ráfaga de viento moviendo una rama daba la señal. Toda la arboleda se estremecía, inclinando las copas.
Palabra del Dia
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