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Actualizado: 23 de junio de 2025


Por primera vez había salido la buena señora de su amada ciudad de Salta para ir en osada peregrinación más allá de los límites de la República, más allá del mar, a una tierra de la que regresaba con el ánimo desorientado, no atreviéndose a formular sus opiniones. «¡Y aquello era Europa!...» Ella, en su asombro, no osaba hablar mal; todo le infundía respeto; únicamente se quejaba de sus privaciones espirituales. «Esas tierras, señor, no son para nosotros; las gentes tienen otras creencias.

Y júzguese, en vista de lo que antecede, si podrá decirse hoy de buena fe, como ayer se decía, por algún comillano del antiguo régimen, que por casualidad pareciese, desorientado entre el actual movimiento de su pueblo, «Comillas será Comillas por siempre jamás, amén».

El médico vagaba desorientado por el puerto de Barcelona... Demasiado ruido, demasiado movimiento. Marchaba al lado de Ulises orgullosamente, haciéndole relatar las aventuras de sus años de marino vagabundo y cosmopolita.

Su vestidura estaba compuesta de túnica y velo, como la de todos los hombres que no eran esclavos. Gillespie pensó inmediatamente que tal vez era Ra-Ra ó Popito, aunque sin decidirse por ninguno de los dos, pues se sentía desorientado por la inversión de sus trajes.

Vió con la imaginación la plácida vida de la estancia, los juegos de la chiquillería rubia, que él acariciaba á espaldas del abuelo, antes de que naciese Julio. Durante unos años había dedicado á sus sobrinos todo su amor, desorientado por la tardanza de un hijo propio. De buena fe se conmovió al pensar en la desesperación de Karl.

Pero no, era algo más que compasión, ¿pues sabéis lo que hizo al día siguiente? Vino a las cinco de la mañana, con un tiempo horrible, a verme pasar con el regimiento, y allí su modo de decirme adiós... ¡Ah! ¡padrino, padrino!... Pero, entonces dijo el pobre cura, completamente trastornado, enteramente desorientado; pero entonces yo no comprendo nada. ¡Si tu la amas, Juan, y si ella te ama!...

El periódico nuestro hasta hizo el elogio fúnebre del ingeniero, declarando que «había que reconocer noblemente en este enemigo político á un hombre de talento, á un gran patriota lamentablemente desorientado». Y nada más.... A los pocos días nadie se acordó del infeliz. Otros sucesos preocupaban á la nación. Se sublevaron los generales candidatos, al convencerse de que no triunfarían legalmente.

Silas, desorientado por los cambios que un lapso de treinta años había introducido en su ciudad natal, acababa de detener sucesivamente a varias personas para preguntarles el nombre de la ciudad y convencerse de que no estaba bajo la influencia de un error.

Quiso volver atrás, convencido de la inutilidad de su exploración. Prefería pasar la noche en el bote, por ofrecerle mayores comodidades para su sueño que esta tierra desconocida. Pero al poco tiempo de marchar en varias direcciones se dió cuenta de que estaba completamente desorientado.

¿Qué Príncipe? exclamó Delaberge algo desorientado. El cochero echóse a reír. Quiero decir el señor Princetot, pardiez... Es un apodo que le dan, tan rico es y tan poderoso... Le llaman el Príncipe y a su mujer la Princesa... Yo le aseguro a usted que son gente rica... La mitad del término es suyo.

Palabra del Dia

rigoleto

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