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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Por las fieras hambrientas perseguido Cruza indómito potro las llanuras, Y amarrado con fuertes ligaduras En sus hombros Mazzepa va tendido. Por la carrera al fin desfallecido El bruto cae sobre las breñas duras, Y libre de sus recias ataduras Mazzepa se levanta rey ungido.

Acércate y mírame. ¿Ves cómo me ha puesto el calor del estío; a , tan fuerte, tan poderoso; a , que levanto las olas, que arraso los campos, que no hallo resistencia a mi empuje? Este día de canícula me ha matado; me dormí embriagado con la fragancia de las flores con que jugaba, y aquí me tienes desfallecido.

Acaso este pobre anciano se viera precisado a salir de la casa donde ha vivido, que ha fabricado con ilusión para morir en ella en brazos de su esposa. La voz del duque se alteraba por momentos; sus ojos se arrasaban de lágrimas. Todavía siguió en este tono patético un rato. Al fin cayó como desfallecido en la butaca, llevándose el pañuelo a los ojos.

El pobre viejo se sintió presa de un violento golpe de fiebre: quiso recapacitar y no pudo; los más horribles pensamientos cruzaron por su imaginación; perdido siempre en la habitación, volteó dos o tres muebles, tuvo miedo, se le aflojaron las piernas y cayó desfallecido sobre el piso. Un silencio sepulcral reinaba en las habitaciones, tan profundo, como en la obscuridad que lo rodeaba.

Mi pobre abuelo se cayó desfallecido de hambre, en el barranco de ese puente, y voy al pueblo a pedir auxilio a la guardia civil o a la primera persona caritativa que encuentre. ¿Pero no podemos nosotros socorrerle? contestó Juanito. Mira, la primera casa del pueblo es la mía y allí yo te aseguro que no le faltará nada a tu abuelito.

El viejo había concluido, y el militar iba á dejar á su nuevo amigo; pero notó que estaba éste cada vez más desfallecido y corría peligro de no poder subir si le abandonaba. El locuaz y discreto joven entró, pues, en la casa sosteniendo al realista, que apenas podía dar un paso. La mansión de Elías se ostentaba en la mitad de la calle de Válgame Dios, donde hacía veces de palacio.

Y estremecíase al contacto de su mojado pantalón, creyendo sentir el rozamiento de agudos dientes. Cansado, desfallecido, se echó de espaldas, dejándose llevar por las olas. El sabor de la cena le subía a la boca. ¡Maldita comida, y cuánto cuesta de ganar! Acabaría por morir allí tontamente... Pero el instinto de conservación le hizo incorporarse.

Recordaba que su valor no había desfallecido un segundo. Su virilidad irradió hacia todos sus miembros un calor de bravura.

El Caballero, con el andar desfallecido, llega a la puerta y pulsa. Apoyado en la jamba, espera. Los mendigos y los criados se agrupan detrás, todos en un gran silencio. El Caballero vuelve a pulsar en la puerta, y acompaña con grandes voces los golpes de su puño cerrado.

No es ese chascarrillo el que debías contar a tu hijo, Manuel dijo la tía María , sino ponerle por ejemplo lo que acaeció a aquel rico miserable que no quiso socorrer a un pobre desfallecido, ni con un pedazo de pan, ni con un trago de agua. «Permita Dios le dijo el pobre que todo cuanto toquéis, se convierta en ese oro y esa plata a que tanto apegado estáis.» Y así fue.

Palabra del Dia

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