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Actualizado: 21 de octubre de 2025


Gonzalo aprovechó la ocasión para besarla en la frente. No se dijeron nada. La vejiga era grande y rodeada por un círculo rojo de carne inflamada. Ventura se alzó de nuevo y dijo con su habitual desenfado: Bah, bah, mejor esperamos que venga el médico: no puede tardar... Si quieres le pasaremos recado. Ya he dicho que no manifestó el joven frunciendo el entrecejo.

Grande era la serena majestad que se notaba en sus movimientos y en los gestos y expresión de su cara, aunque hablaba y reía con la mayor animación, naturalidad y desenfado, no dejando traslucir, ni por un leve instante, el afán de excitar la admiración y de obtener el encomio.

De resultas de esto, Juan Pablo apareció un día en el café con cierta animación, mucho desenfado en sus juicios políticos, dándolas de profeta y expresando más altaneramente que nunca su desprecio de la situación dominante.

Si se ha de decir la verdad, Amparo, naturaleza violenta, irascible, sin pizca de imaginación y de inteligencia limitadísima, habíase olvidado enteramente del desabrimiento que con la Socorro había tenido; le dirigía la palabra con la misma confianza y desenfado que antes.

De estas ideas peregrinas tienen muchas los desdichados que llegan a refugiarse en el dolor y a proclamarle lugar de asilo. Arreglose, sin embargo, la cuestión mejor de lo que Lucía pensaba, porque aconteció que aquella misma tarde tomó cartas en ella Perico, resolviéndola con su clásico desenfado.

Midiéronse, en efecto, instintivamente con la vista, procurando que su mutua curiosidad no fuese advertida, de lo cual resultó una escena muda y expresiva, representada por ella con infantil desenfado, y con reserva ceñuda por él. Era el viajero un hombre en la fuerza de la edad y en la edad de la fuerza.

Había colocado, al hablar, una pierna sobra otra con desenfado varonil, y en la punta de uno de sus pies danzaba una babucha roja, de alto tacón dorado, diminuta como un juguete y cubierta de gruesos bordados. A Gallardo le zumbaban los oídos, se le nublaba la vista: sólo alcanzaba a distinguir unos ojos claros fijos en él con una expresión entre acariciadora e irónica.

De pronto, corrió a arrancarlo de los hombros de la niña, y dijo coléricamente: ¿Quién te ha mandado tomar mis cosas, descarada? ¿Es tuyo? ¡Entonces, eres mi mamá! ¿Verdad? ¡ eres mamá! prosiguió con júbilo infantil. Y antes de que Lady Clara hubiese podido evitarlo, había dejado ya caer la muñeca, y, agarrándole con ambas manos las faldas, se echó a bailar ante ella con sin igual desenfado.

Y, diciendo esto, asió del bastón que tenía hincado en el suelo, y, quedándose la mitad dél en la tierra, mostró que servía de vaina a un mediano estoque que en él se ocultaba; y, puesta la que se podía llamar empuñadura en el suelo, con ligero desenfado y determinado propósito se arrojó sobre él, y en un punto mostró la punta sangrienta a las espaldas, con la mitad del acerada cuchilla, quedando el triste bañado en su sangre y tendido en el suelo, de sus mismas armas traspasado.

Mi primo Currito volvió a embromarme sobre mi manera de cabalgar y sobre la mansedumbre de mi mula: me llamó teólogo, y me dijo que sobre aquella mula parecía que iba yo repartiendo bendiciones. Esta vez, ya con el firme propósito de hacerme jinete, contesté a las bromas con desenfado picante. Me callé, con todo, el compromiso contraído de aprender la equitación.

Palabra del Dia

reclinándose

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