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Actualizado: 21 de junio de 2025


-Ya te tengo dicho antes de agora muchas veces, Sancho -dijo don Quijote-, que eres muy grande hablador, y que, aunque de ingenio boto, muchas veces despuntas de agudo. Mas, para que veas cuán necio eres y cuán discreto soy yo, quiero que me oyas un breve cuento. «Has de saber que una viuda hermosa, moza, libre y rica, y, sobre todo, desenfadada, se enamoró de un mozo motilón, rollizo y de buen tomo. Alcanzólo a saber su mayor, y un día dijo a la buena viuda, por vía de fraternal reprehensión: ''Maravillado estoy, señora, y no sin mucha causa, de que una mujer tan principal, tan hermosa y tan rica como vuestra merced, se haya enamorado de un hombre tan soez, tan bajo y tan idiota como fulano, habiendo en esta casa tantos maestros, tantos presentados y tantos teólogos, en quien vuestra merced pudiera escoger como entre peras, y decir: "

El Fraile, avaro y sin entrañas hasta con sus hijos, sentía gran debilidad por el estudiante, tal vez por el contraste entre su carácter austero y regañón y la alegría desenfadada de aquel cabeza a pájaros.

Por el contrario, en La fragua de Vulcano, sin llegar a la desenfadada burla hecha de Baco en Los borrachos, la situación aparece dispuesta con cierta graciosísima ironía muy andaluza y poco respetuosa para los dioses inmortales.

Aquellas vacilaciones, aquellos miramientos, aquella timidez en persona tan desenfadada y atrevida, nacen de respeto, y no de menosprecio. Además, un hombre de mundo, entendido como es él, no podía caer sino por un breve instante en tan absurda alucinación.

Esta debe ser una de las que me ha hablado Dorotea dijo el joven para . Y es hermosa esta muchacha... si no fuera tan desenfadada... Y se volvió á mirar hacia el escenario, donde trabajaba Dorotea. Don Bernardino se encontraba relegado á un último lugar: la comedianta delante, detrás Juan Montiño, y él á sus espaldas. Permitidme, caballero dijo don Bernardino. Juan Montiño no se movió.

A su encuentro salieron, más de una legua, las Marquesas de Mirabel y de las Navas, y la Condesa de Santisteban. «Ella muy bizarra, despechugada y desenfadada, entró mirando a los que caminaban delante y a los lados, a los coches que estaban parados y atestados desde el arroyo de Bernigal». Traía dos criados franceses, uno de los cuales dormía en el aposento de su ama; y «dio madama prendas de la grandeza de su animo no queriendo recibir ocho mil ducados que le presentaban de parte de S. M. ». La dicha duquesa añade el escrito de donde tomamos estos datos en todo se porta con mucha modestia, y Diego Velázquez la esta ahora retratando con el aire y traje francés ». Palomino, dice que retrató por aquel tiempo con «superior acierto, a una dama de singular perfección ». Nadie ha logrado averiguar si este retrato y el anterior son uno mismo, ni caso de que sean dos dónde han ido a parar.

El 8 de Septiembre de 1785, día en que celebra la iglesia la Natividad de la Virgen Santísima Nuestra Señora, en vez de acudir al templo a rezar sus devociones, la desenfadada María Antonia Fernández bajó a pasear en el Prado, a provocar a los galanes y a escandalizar, según tenía de costumbre.

Esta es la época ó fase moral de su obra, y coincide con ciertos pruritos de recogimiento y honestidad que la desenfadada sociedad del Segundo Imperio sintió después de veinte años de orgía.

La mañana, extremadamente fría; lluvia mentidita de calabobos; don Juan ojeroso y falto de sueño; la chica burlona, desenfadada y alegre. ¿Qué hay? Rigular. Explícate. Dejé la carta encima del tocador, entré poco después y la estaba leyendo mu seria.

El maestro don Pascual estaba harto mal de dinero, pero tenía buenos libros, y quiso dar inmediatamente, para regalo, a Juanita algunos tomos de la Biblioteca de Ribadeneyra, entre ellos El Romancero general y las Comedias Tirso, a cuyas heroínas era Juanita muy semejante por lo desenfadada y traviesa.

Palabra del Dia

rigoleto

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